Thursday, July 28, 2016

Homo Videns. La sociedad teledirigida. SARTORI, GIOVANNI. México, Taurus, 1998, p. 159.

El autor declara al homo sapiens como el hombre simbólico que no solo vive en el mundo físico, sino que a través del lenguaje expresa sentimientos y afecto conformándose como nuestro instrumento para pensar. Actualmente, la tecnología en telecomunicaciones han dado avances favorables en la extensión de nuestro lenguaje por el globo terráqueo: Sartori se refiere a la radio, al periódico y al teléfono; hasta que la televisión hizo la ruptura de esta realidad. Ahora con ella vemos todo sin movernos, nos informamos viendo y nos invade hasta llegar a nuestra intimidad.

Desde su aparición hasta el día de hoy, este medio de información de masas es dueño de varios horas de nuestra vida. Ha llegado incluso al hecho de que los niños ven televisión y "aprenden" de ella por horas antes de aprender a leer y a escribir. No podemos negar que este artefacto afecta las formas de socialización y la manera de construir el pensamiento. Y el hecho de que sea la primera escuela del niño con la programación que conocemos lo hace alarmante.

En la obra se revela la terrible verdad: “[...] la televisión modifica radicalmente y empobrece el aparato cognoscitivo del homo sapiens” (1998:17). Un homo sapiens que se expresó por siglos mediante el lenguaje verbal y la escritura, ahora es, por medio de su exposición continua a las imágenes, en un hombre que no lee, sordo a los estímulos de la lectura y la cultura, en un homo videns incapaz de abstraer, es decir, de desarrollar procesos cognoscitivos. 

La televisión se encarga de entretener y divertir, de convertir la realidad en un espectáculo, de masificar a los individuos y comercializar las audiencias. Genera conductas lesivas y daña nuestra capacidad mental al regresarnos al puro y simple acto de ver; y por ende dejamos de entender la realidad y de formar una opinión propia, a diferencia del periódico que permite el intercambio de opiniones entre los lectores y la formación de la opinión. 

La imagen ahora es la portadora de la realidad, creo en lo que veo como verdad absoluta, por ejemplo, su influencia en los debates políticos no se basa en racionalidad de la oferta política sino de las imágenes emocionales que los líderes proyectan. 

Todo esto me hace cuestionar la utilidad positiva de la televisión en la escuela porque, por un lado, no podemos olvidar su función mediática y nociva que bombardea a todo ser humano, especialmente a los niños; y por el otro, por la simplicidad de la imagen, evita la capacidad de cuestionar y de reflexionar. Pero es aquí, donde la escuela debe "meter su cuchara". Mucho se ha hablado en las clases de la función de la Educación para los Medios y de la necesidad de educomunicadores que generen espacios de confianza y armonía donde puedan reflexionar sobre los mensajes y los lenguajes de los que se vale los medios para manipular, y que a su vez les permita generar sus propios mensajes. Es en este último aspecto, donde enfoco mi opinión: que los alumnos generen mensajes con contenido de alta referencialidad y los transmitan a través de los medios. No es una idea descabellada ni poco viable, porque el proyecto ya está en operación en el país de Kenia y con resultados satisfactorios. Solo hace falta cambiar nuestra forma de pensar y de enseñar.

Tuesday, July 26, 2016

El orientador como posibilitador de oportunidades.

1. Introducción.

En el presente escrito deseo exponer a la persona del orientador como un profesional que permite al orientado, a la institución de la que forma parte y a la sociedad ver en la realidad un crisol de oportunidades para alcanzar un estado de bienestar y desarrollo integral en la personalidad de los jóvenes. Desde mi perspectiva lo caracterizo como un agente de cambio. Su importancia la destaco momento a momento y realzo su imagen, desvirtuada desde el punto de vista de muchos, como un elemento indispensable que no solo se dedica a una orientación vocacional y desarrollista. Quizás mi entusiasmo puede parecer desmesurado pero es innegable el hecho de que un orientador es un verdadero agente de cambio.

Para empezar, me dedicare a enumeran y desglosar cada una de las cualidades que posee un orientador para reconocer cuál es su personalidad con la que podrá interactuar con los clientes y que posibilitan el trabajo dentro de un equipo de profesionales. Así también será menester exponer claramente el perfil que debe tener para desempeñar su labor, en donde podemos encontrar claras semejanzas y diferencias con el perfil de un maestro, un directivo o un psicólogo.

La tarea que realiza no es sencilla. Aquí, serán explicadas las funciones del mismo y nos permitirán vislumbrar el amplio campo de acción que su persona le confiere. Ya que siempre es importante delimitar su campo de trabajo y diferenciarlo de los demás profesionales con los que colaborará en su centro de trabajo. De igual manera, manifestare una serie de conocimientos que le son indispensables tener, al igual que las habilidades indicadas para dar la terapia y contribuir en la elaboración del plan de trabajo de la institución, en donde su voz y voto tiene la misma importancia que la de los demás.

Constantemente destacaré el trabajo en equipo como actividad primordial del Orientador. Pero sobre todo lo expondré como un líder y, nuevamente lo menciono, como un agente de cambio. Para finalmente comentar los métodos, las técnicas y los instrumentos de los cuales dispone según diversos enfoques, tales como el humanista, el psicoanalítico, el cognitivo, entre otros.

Mi objetivo está claramente definido, busco propiciar una reflexión amplia de la imagen del orientador, desechando la idea actual de algunos que lo ven como un subordinado cuyas terapias son un chiste o de carácter paternalista, y por lo tanto, con poco efecto en el desarrollo autónomo de los muchachos. La idea final es reconstruir la imagen del orientador como un profesional, como un líder y como agente de cambio, como un personaje activo que dinamiza los centros educativos y promueve el campo de acción de estos a la comunidad.

2. Cualidades.

Pero para ser un verdadero agente interno de cambio, se requiere de una buena formación y de tener en cuenta constantemente de qué manera puede colaborar para optimizar el cambio y una cultura de mejora. Y es aquí, en donde me atrevo a aseverar que el orientador es un líder que colabora estrechamente con docentes y con los directivos.

Para lo cual, requiere saber observar las características del contexto, las necesidades, las fortalezas y las debilidades del mismo, así como saber escuchar a los jóvenes, a los maestros, a los directivos y al cuerpo de profesionales que integran la institución para poder conocer las situaciones que cada uno enfrenta día con día, y así poder actuar adecuadamente en beneficio de todos, especialmente, en beneficio del desarrollo integral de la personalidad de los jóvenes.

Inevitablemente debe de poseer de madurez afectiva y de equilibrio interior, ya que no es posible que brinde asesorías sino es capaz de organizar sus pensamientos, emociones, sentimientos, deseos e impulsos; cómo puede ayudar a otros cuando es él el que necesita ayuda: no se puede dar lo que no se tiene.

Por otra parte, debe ser objetivo y con una mente sagaz, ya que al dejarse  llevar  por lo subjetivo de su mente, le lleva a la ilusión y al error en cuanto a su percepción de la realidad y por ende a su actuación con respecto a ésta. Además, debe ser imparcial y evitar llevarse por sus emociones e intereses personales.

No obstante debe poseer la capacidad de la empatía, es decir, la capacidad de ponerse en los zapatos de la otra parte para entender su situación y así poder darle una mejor atención acorde a sus necesidades. Porque es necesario identificarse y tratar de percibir lo que siente el cliente, es decir, crear una proyección imaginaria o mental del asesorado.

Y aceptará al alumno y lo comprenderá, sin juzgarlo o burlarse de él, porque sus debilidades, vergüenzas, tristezas, errores, ilusiones y fantasías no son una broma, al contrario son elementos de los cuales debemos partir para que el cliente se conozca a sí mismo, aprenda a superar sus fantasmas, y empiece un camino hacia la realización personal y profesional. De hecho son muchos los jóvenes que han tenido un pasado "oscuro" y que han tomado malas decisiones a lo largo de su vida; ellos son los que más orientación necesitan de nuestra parte, y ante ellos no podemos tener actitudes antagonistas y de repudio.

Además debe evitar el ser agresivo o autoritario, porque el orientador tiene la función de ser un instrumento que le permita al cliente conocerse a sí mismo y encauzar su vida acorde a sus necesidades, gustos, intereses y capacidades, para esto debe ser cordial, afable y accesible no sólo con el cliente, sino también en su trabajo en equipo para crear ambientes de trabajo agradables y productivos para la toma de decisiones.

Por lo tanto, debe ser sincero en su persona y en su trato, que actúa o se expresa tal como piensa, libre de fingimientos; debe ser paciente, capaz de saber esperar, de contenerse; debe ser sereno, tranquilo, apacible, sin ser propenso de actuar con agitación ante las dificultades y ante los retos; y debe ser prudente, moderado, cauteloso en su forma de ser y de actuar, para realizar un trabajo con sensatez y buen juicio.

Y finalmente, el cliente debe tener la seguridad que el orientador es capaz y responsable de guardar el secreto profesional de las terapias que reciba. Esta es una cualidad de suma importancia. Pero, ¿cómo debe ser ese profesional al que alguien le confiaría su secreto, su pasado, su presente y sus planes a futuro? Empecemos con describir al profesional indicado.

3. Perfil deseable.

Un orientador tiene un desarrollo de habilidades necesarias para analizar el contexto educativo del sujeto; esto con el propósito, sin lugar a dudas, de atender, orientar y potenciar el desarrollo de la personalidad integral de los clientes, sin manifestar actitudes paternalistas, autoritarias o manipuladoras. Además, tiene la capacidad para elaborar diagnósticos psicopedagógicos de carácter integral con el apoyo de técnicas e instrumentos de evaluación que le permite la intervención en las áreas de formación que el sujeto requiere, ya sea emocional, educativa, vocacional, o psicológica. También puede diseñar como profesional estrategias que apoyen el desarrollo de la acción tutorial en contextos educativos y comunitarios.

A su vez, es capaz de formular propuestas organizativas que articulen las funciones de la orientación y la tutoría con planes de trabajo de la institución y los programas educativos establecidos por la Secretaria de Educación Pública; así como la capacidad para desarrollar estrategias, técnicas, instrumentos y programas de intervención educativa en pro del desarrollo integral de la personalidad del alumno. Incluso, es capaz de diseñar y aplicar adecuaciones curriculares.  Conjuntamente, como profesional es capaz de formular proyectos de investigación en orientación educativa.

Y finalmente, durante su formación, el orientador debe de consolidar su identidad, que viene a estar determinada por sus actitudes, su concepción de su mundo interno y cómo esta concepción influye sobre la manera en que realiza su labor. Pero además, debe ser autodidacta y buscar su constante actualización de conocimientos en enfoques, métodos, estrategias e instrumentos para poder llevar a cabo sus funciones de manera óptima.

4. Funciones.

Muchas veces cuando se piensa en las funciones de un orientador, siempre construimos la imagen de una persona que se dedica a labores administrativas, a cuidar las aulas cuando algún maestro pide permiso y falta a dar su cátedra, responsable en los descansos y a la hora de salida del plantel, alguien que constantemente debe estar pendiente de que los muchachos se comporten debidamente, esas son incorrectas funciones que se le encomiendan. Sin embargo un orientador debe de realizar diariamente otras labores, contrario a lo que se le ha asignado.

Para empezar, él debe orientar la labor docente hacia una mejora constante de los estudiantes; dota al profesorado y a los directivos de estrategias para resolver problemas dentro y fuera del aula; se encarga de motivar al equipo de profesionales con los que trabaja en la institución; enfatiza los valores en el clima de trabajo para crear un ambiente donde predominen el respeto, la igualdad y la solidaridad, sobre todo debe propiciar la convivencia en la comunidad educativa.

Con los padres se encarga de establecer relaciones fluidas dentro de la familia, informándolos e implicándolos en las actividades de aprendizaje de sus hijos, sus necesidades y, en las actividades de orientación y canalización, si es necesario, a especialistas indicados.

Y finalmente, pero no menos importante, atender la diversidad, evaluarlos y  apoyar a los estudiantes en su desarrollo integral de la personalidad, en su desarrollo educativo y favorecer la información profesional. Todo esto lo logra durante la terapia. Cada orientador la realiza acorde a un enfoque, puede ser el enfoque de rasgos y factores, el enfoque conductista, el enfoque psicoanalítico, el enfoque humanista, el enfoque análisis transaccional, entre otros.

En mi caso, empato mi identidad con una posición ecléctica, en donde el orientador debe realizar las funciones en una primera etapa de coordinar, planificar y organizar la reunión; posteriormente debe realizar el diagnóstico psicopedagógico; a partir del análisis de los datos obtenidos se puede dar inicio al asesoramiento con intervención en diversas áreas y con distintos agentes; después realizar, con la participación activa del cliente, la evaluación, en donde sea capaz de analizar la evolución que ha experimentado su personalidad y la dirección que ha decidido dar a su vida. Finalmente, el orientador realiza un seguimiento para prestar ayuda al alumno aún después de finalizado el proceso.

5. Conocimientos y habilidades.

A su vez, debe de poseer una gran cantidad de conocimientos conceptuales, procedimentales y actitudinales. Por un lado, debe saber y entender el marco conceptual de la orientación educativa, términos tales como orientación, vocación, motivación, personalidad, ansiedad, etc.; y por otro lado, debe de tener un amplio conocimiento de la clasificación de las teorías vocacionales y los diversos enfoques del Counseling psicológicos y no psicológicos. De igual forma, debe saber desarrollar su terapia desde distintas metodologías, y conocer una variada gama de instrumentos y tests para el diagnóstico y la evaluación.

            Así mismo, debe ser hábil para hacerse cargo de las necesidades y capaz de formularlas conceptualmente, estableciendo eficazmente teorías y sistemas adecuados que contribuyan como base para fortalecer los planes de trabajo de la institución en la cual labora, permitiendo atender puntos específicos, por ejemplo, a nivel licenciatura, en la UV, se trabaja con las adicciones.

Y es a partir de estos puntos, en donde el orientador de ser hábil para ayudar a los alumnos u otras personas a las que les brinda terapia, la posibilidad de detectar y satisfacer sus propias necesidades y alcanzar así sus metas definidas en la terapia. Para esto, debe ser hábil para realizar su labor con grupos, ayudando individualmente, a su vez, a los miembros a ser conscientes de sus posibilidades, destrezas, fortalezas, de las condiciones de la comunicación eficaz y de la dinámica del cambio.

También es importante que pueda crear ambientes de colaboración entre todos los miembros de la institución, desde el que limpia la escuela hasta el directivo; con programas de participación flexibles, y protocolos de procedimientos tendientes al cambio; todo con la finalidad de fortalecer e intensificar una oportuna y productiva participación.

6. Técnicas, métodos e instrumentos.

A su vez, un orientador debe observar, pensar y actuar como todo un profesional; es depositario de múltiples personajes y entidades internas de los jóvenes que atiende; él los llega a conocer de cerca y conoce sus fantasías en cuanto a las carreras y a su plan de vida; pero también es una persona con una identidad subjetiva. Y aquí, es posible que se produzca una contratransferencia al manifestar respuestas afectivas conscientes o inconscientes hacia su cliente. Generalmente, esto influye negativamente y afecta la vida del cliente y del orientador, al no estar libre de prejuicios y comprometiendo su juicio objetivo. Es por eso que entre los conocimientos que debe poseer, están aquellos sobre su misma persona, sus complejos y resistencias. El orientador debe de asistir a terapia también para conocerse y también para descargar todas las situaciones que recibe del cliente. Al mismo tiempo, puede manifiestar una contra-identificación proyectiva. Por eso es menester que el orientador sea psicoanalizado para estar renovado para su labor.

En su labor, el orientador realiza entrevistas con el objetivo de que el joven después pueda elegir una carrera o el camino a seguir en su vida. Procura resolver conflictos, esclarecer motivos y fantasías. Se platica para conocerse mutuamente e ir estableciendo buenas relaciones. Al final, se pretende obtener información, facilitar información y estimular el cambio de actitud o reforzarla. Es importante no hablar con timidez e indecisión, mostrarse brusco y despótico, o mostrar una cortesía refinada y formal.

Ahora bien, la entrevista en un primer momento consiste en prestar atención, mirar y escuchar sin escatimar en el tiempo. Generalmente se miran frente a frente separados por un escritorio o mesa; y se debe recordar las indicaciones antes mencionadas: evitar juzgarlo y etiquetarlo, al contrario hay que acoger, aceptar y dar valor al joven, sin ser autoritarios, pero sobre todo no intervenir mientras está expresándose ni tratar de adivinar o ponerle palabras de lo que a él le cuesta decir, tampoco hay cabida para comentarios, valoraciones y reflexiones personales.

Posteriormente, el orientador expresa lo que ha percibido del lenguaje verba y no verbal del cliente. No hay que creer haber comprendido todo, hay que mostrar empatía y reconocer que sólo él sabe lo que le está pasando. Después comenzamos con la confrontación para alcanzar un conocimiento más profundo de sí mismo (cliente), y es necesario ponerlo antes sus responsabilidades para que tome conciencia como actor principal y así que pueda considerar sus dificultades desde otra óptica.

Sólo así, de manera conjunta se puede tomar una decisión indicada para lograr los objetivos deseados. Para esto, definimos la meta que será una propuesta práctica con acciones y conductas inspiradas en los valores del cliente. De esta forma se realiza un compromiso concreto adecuados a la su situación personal y ambiental, fácil de poner en práctica y de comprobar, resultado de su esfuerzo.

Pero esto aún no termina ahí, debe ser confirmada, evaluada y apoyada, haciendo tomar conciencia de las consecuencias positivas y negativas de sus decisiones, así como de reforzar su voluntad con aprobación y satisfacción o desilusión y desaprobación.

Tenemos también a nuestra disposición la "técnica reflejo" para lograr que el cliente se auto comprenda y resuelva sus problemas a través del reflejo inmediato, el reflejo sumario y el reflejo terminal, es decir, que exprese su pensar de una situación, sintetice sus sentimientos, emociones y actitudes y construya un mensaje.

Y está, la entrevista de información para la orientación vocacional, en donde se esclarece la imagen conceptual que tiene el alumno frente a una profesión u oficio. Se busca informar realista y objetivamente, favorecer la comunicación e incentivar la búsqueda de más información en fuentes confiables, siempre recomiendo invitar a diversos profesionales a realizar el café mundial con los ellos.

7. Trabajo en equipo.

Nuevamente, destaco que el orientador es un profesional calificado que puede trabajar junto con el director como «líder natural» al contar con una formación tan extensa y tan amplia que he sintetizado en este ensayo y como «líder innovador» por su capacidad para diseñar estrategias de trabajo novedosas que posibilitan la mejora de la institución. Recordemos que él es capaz de articular estrategias de trabajo colaborativas, permitiendo maximizar la formación y el desarrollo del profesorado, partiendo de las preocupaciones y necesidades de los docentes. Logrando así, una estrecha colaboración con los docentes en sus actividades cotidianas, llevando el seguimiento y apoyo en aquellas dimensiones que más afecten y repercutan en el aula.

8. Conclusiones.

Porque el orientador es un modelo para la ayuda sistemática y la relación interpersonal. Cuando el profesorado, junto con el orientador, planifica la actividad orientadora junto con la terapia de los estudiantes, ésta adquiere carácter procesal, evolutivo y preventivo. Cuando en el centro existe la figura del orientador que actúa como asesor, dinamizador y ofrece soporte técnico para la planificación, ejecución y evaluación de los programas el profesorado se implican más en la intervención y se atreve a utilizar los programas diseñados.

9. Bibliografía.


  • Garrido, C. A. M., Krichesky, G. J., & Barrera, A. G. (2010). El orientador escolar como agente interno de cambio. Revista Iberoamericana de educación, (54), 107-122.
  • Caishpal, A., Estefanía, M., Cruz Peña, G. Y., Martínez, G., & Jeannette, N. (2013). Diseño e implementación de un programa de formación de orientadores vocacionales dirigido a docentes de segundos años generales y terceros años técnicos del Instituto Nacional Albert Camus de San Salvador (Doctoral dissertation, Universidad de El Salvador).

Sunday, July 24, 2016

Redes sociales en los procesos de interacción social dentro de las actuales sociedades de consumo

Las redes sociales se han conformado como una nueva institución de interacción social donde los actores sociales son simultáneamente productores del producto y el producto que promueven. Hablamos de una comercialización masiva de la vida privada de las personas con el fin existencial de ser aceptado, famoso, respetado y disminuyendo el temor de ser descartados de este mundo.
Las redes sociales imponen nuevos mecanismos de acción para formar parte de una estructura capitalista y consumista, altamente atractiva que crea necesidades y que permite satisfacerlas. Observamos una restructuración de valores donde lo local y tradicional es desplazado por una lógica capitalista, pública y de libre mercado.
Dentro de la estructura del mercado,  el consumo es un mecanismo para una reestructuración de valores y una socialización secundaria de los actores sociales en donde nadie puede convertirse en sujeto sin antes convertirse en producto y nadie puede preservar su carácter de sujeto sino se ocupa de resucitar, revivir y realimentar, la perpetuidad en sí mismo, las habilidades y cualidades que se exigen en todo producto de consumo.
Los encuentros de consumidores y productos construyen relaciones humanas de la sociedad de consumidores. La característica de esta sociedad es la capacidad de transformar a los consumidores en productos consumibles dispuestos a la venta.
En las sociedades no globalizadas existían límites bien definidos de lo público y lo privado pero en las sociedades actuales estas fronteras no son claras y se desvanecen. Lo privado se vuelve público con gran facilidad. Los actores sociales lo hacen con la seguridad ilusa de estar protegido de situaciones descontroladas mientras satisfacen la necesidad de expresar su ser y transformarse en figura pública, de mostrar su individualidad en busca de un producto como el de una pareja. Lo privado se vuelve un producto que debe ser lanzado al mercado.