Juegos prehispánicos.






Juego de pelota.
Jugar arrojando una pelota no es nada
nuevo.
Era el principal de los juegos prehispánicos. La pelota
estaba hecha de hule que sacaban de los árboles. Era sólida, pesada y rebotaba
muy bien.
Poco se conoce de las reglas de este juego. Los equipos, formados
por dos o tres jugadores, ganaban puntos al pasar éstos la pelota por un aro de
piedra sin usar las manos, sino solamente codos, rodillas y caderas.
Se tenían que proteger con delantales de cuero y gruesos
guantes.
Se sabe de accidentes que ocasionaron la muerte por un
pelotazo.
La pelota representaba el sol o la luna. Los espectadores
apostaban fortunas en oro, piedras de jade, plumas y cobijas.
Algunos dicen que el equipo que perdía era condenado a
muerte.
Hay una escultura prehispánica que representa un luchador.
Esto nos indica que también practicaban este deporte de lucha libre.
El Juego de Pelota
Purépecha,
Uno de los más antiguos en el mundo. Practicado por los
purépechas en la ribera del Lago de Pátzcuaro y la cañada de los once pueblos
en el estado de Michoacán, el juego de pelota purépecha se lleva a cabo entre
dos equipos de cinco jugadores. Impulsados con un bastón de madera, los
participantes intentan hacer llegar la pelota a la meta contraria lanzándola
por el aire, mientras los adversarios tratan de impedirlo.
En la competencia participan dos capitanes, quienes dirigen
el juego, un juez o árbitro, quien inspecciona el número de jugadores y vigila
los tiempos y tantos que determinan al equipo ganador.
El Pasiri-a-kuri o pelota purépecha se realiza en la
modalidad de pelota de trapo, madera o piedra. En este encuentro la de trapo
fue la elegida por ser la más popular entre los jugadores de Michoacán.
Es importante destacar que los implementos del juego son
elaborados por los propios jugadores. En este caso, la pelota hecha con tiras
de algodón y el bastón tallado con madera de tejocote o encino representan la
relación que los pueblos tienen con la naturaleza, su gran destreza manual,
además de su gusto por jugar.
El tlachtli
Los aztecas practicaban algunos juegos con gran violencia.
Por ejemplo, el tlachtli o la pelota. Comenzaron viéndolo como un deporte y,
luego, lo convirtieron en todo un ritual. Se sabe que lo empezaron a jugar los
toltecas en el año 500 a.C., ya que se han encontrado las pruebas en unas
excavaciones realizadas en La Venta.
El tlachtli se jugaba en un campo con forma de una
"i" mayúscula, en cuyos lados se colocaban unas gradas de asientos
escalonados para los espectadores. En el centro de una de las paredes se
encontraba la «canasta», que era un círculo de piedra o de madera, que
generalmente se colocaba en un sentido vertical, casi como en el baloncesto,
donde la canasta se instala en un plano horizontal al suelo de la cancha. El
objetivo era el mismo: conseguir que la pelota atravesara el orificio del
círculo de piedra y, al mismo tiempo, impedir que el adversario lo lograra
antes.
La pelota estaba hecha de varias capas de hule presionado,
lo que le daba una gran dureza y consistencia. A los jugadores se les permitía
golpearla con los pies, las caderas y los codos, pero nunca con las manos.
Todos ellos iban bien protegidos como un especie de acolchonamientos, compuestos
de petos, rodilleras, mandiles de cuero, mentoneras y medias máscaras que
protegían las mejillas; y podían empujarse, golpearse y ponerse «zancadillas»
mientras estuvieran jugando. Esta brutalidad convertía el juego en una
diversión que apasionaba a los espectadores.
A pesar de ir tan protegidos, algunos jugadores recibían
unos golpes en el vientre tan terribles que se desplomaban en el suelo entre
espasmos de muerte. Una vez finalizaba la competición, casi todos los
participantes debían ponerse en manos de los sacerdotes-médicos, con el fin de
que les extrajeran la sangre acumulada en las caderas y en otras partes del
cuerpo. Además, necesitaban ser curados de muchas heridas y de graves
contusiones.
Por otra parte, dado que habían participado dos equipos bien
entrenados, casi siempre representando a una tribu o a un clan poderoso, sus
seguidores en ningún momento habían dejado de intervenir con sus gritos de
ánimo, insultos y protestas. Sin embargo, en el momento que el juego se
ritualizó, al llevarlo a los templos, se impusieron ciertas normas y, en casos
excepcionales, los perdedores pasaban a ser víctimas de los sacrificios
humanos. Algunos historiadores han llegado a escribir que esta misma «suerte»
la corrieron los ganadores en momentos de grandes calamidades, cuando la
ofrenda de corazones a los dioses debían ser lo más elevadas posible y de la
mejor calidad, por eso se recurría a los grandes héroes.
El Juego de los
Frijoles.
Los aztecas practicaban un juego más pacífico, ya que sólo
intervenían dos o cuatro personas sentadas en unas esterillas. Era el patolli o
una especie de «juego de la oca».
Se necesitaba un tablero o papel marcado en forma de cruz,
que se había dividido en casillas, y unos frijoles. El objetivo era desplazarse
por el tablero para, luego, volver al punto inicial, es decir, a la «casa». Los
dados eran frijoles marcados con diferentes puntos. A medida que se iban
tirando los dados, se avanzaba por las casillas, utilizando unas piedrecitas de
colores, de acuerdo con el número de puntos que hubieran salido. El primero que
llegaba a la «casa» era el ganador, luego suyas eran las apuestas que se habían
establecido antes de iniciar el patolli.
Este juego también ofrecía un significado esotérico, debido
a que el tablero estaba dividido en cincuenta y dos casillas, que coincidían
con el mismo número de años que daban forma al ciclo solar utilizado por los
adivinadores o sacerdotes-astrólogos encargados de interpretar el horóscopo
azteca.

La caza
La caza suponía un juego para los aztecas poderosos; sin
embargo, en el caso de los más humildes se convertía en la necesidad de
aumentar o variar sus alimentos o conseguir un producto para ofrecer en el
mercado. En los grandes jardines de los palacios de México-Tenochtitlán y otras
ciudades había abundancia de aves y venados, que en muchas ocasiones se
convertían en el objetivo de los cazadores.
"Los Pájaros
Voladores"
Otro de los juegos que apasionaban a los aztecas era el de
«los pájaros voladores«.
Consistía en un alto y grueso poste, de unos quince metros
de altura, provisto en su zona más alta de una plataforma circular, de la que
pendían unas largas cuerdas que terminaban en unos lazos. Sobre esta plataforma
se encontraba un músico, que marcaba el ritmo de todas las acciones.
Varios jóvenes vestidos como los dioses de las aves, todos
los cuales ignoraban el vértigo, trepaban hasta la plataforma, se sujetaban un
pie a uno de los lazos y se lanzaban al vacío. A medida que caían las cuerdas
se iban desenrollando, con lo que provocaban el giro de la plataforma. Esto
simulaba el vuelo invertido de los participantes, los cuales se iban
aproximando al suelo, que nunca tocarían; mientras, estaban obligados a moverse
para desplazar su centro de equilibrio y, a la vez, poder ajustar sus alas, con
lo que ofrecían el aspecto de unos pájaros planeando para no caerse. Todo esto
se acompañaba al son de la flauta y el tambor, que tocaba el ágil músico subido
en la zona más alta del poste.
Esta sencilla aplicación del fenómeno físico del
deslizamiento constituía un juego lleno de colorido y hermosura, como se puede
ver en la actualidad en muchos lugares de México. El Poste Volador más antiguo
se encontraba en Tenochtitlán, precisamente en el lugar donde hoy se alza el
edificio de la Corte Suprema.
seria bueno aprender mas acerca de esta cultura
ReplyDeleteHoli holi
ReplyDeleteHola hola
DeleteEri ñeñe? 👔🕶️
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