Organización de la
disciplina y educación moral.
Antonio Ballesteros y Usano
La escuela tiene una finalidad esencialmente moral, buscando
el perfeccionamiento del individuo, aspirando a la formación de su
personalidad.
La escuela tradicional, mantenía una concepción basada en la
comunicación de normas y principios impuestos. El deber era un imperativo de la
conducta y nacía de intereses ajenos al propio sujeto, basados no en su propio
razonamiento.
La autoridad era indiscutible, y en el maestro recaía un
poder muy grande que incluía un sistema de sanciones que servían de estimulo y
de castigo en la enseñanza de principios de moralidad, la cual buscaba dos
objetivos: el conocimiento teórico de las ideas morales y que a partir de ellos
el niño despierte apetencia por ellos.
El método utilizado fue el inductivo, el cual comunicaba los
principios morales fundándolos en su propia experiencia y basándolos en el
ejemplo de las grandes figuras históricas. Todo, manteniéndose fuera de
cualquier influencia religiosa.
Esta escuela se inspira en el dogmatismo y la coacción.
La nueva doctrina moral es opuesta a la moralidad y al
deber, posee un conocimiento de la naturaleza del niño y del valor y los
límites de la educación. Ya que no basta con el conocimiento del bien, sino que
los niños se apropien de ellos y los lleven a la práctica en todo momento y
lugar de su vida.
Es contrario al progreso el limitar el panorama de la moralidad
imponiendo como definitivos unos principios que no sólo en el futuro, sino en
la propia experiencia del niño, puede éste descubrir que carecen del valor y
del sentido social.
Dentro de esta doctrina se encuentra la palabra clave:
autonomía. Es decir, la escuela debe dotar al niño de la capacidad y de los
medios culturales que son precisos para captar por su propio esfuerzo, y de
acuerdo con sus propias necesidades individuales y sociales, un concepto moral.
Un concepto no impuesto, resultado de un largo proceso de elaboración interior,
de selección, que el propio sujeto realice con base en su experiencia.
El docente solo buscara ayudar, estimular y favorecer al
niño con las sugestiones indirectas de su propio ambiente y desarrollando en el
niño las más agudas capacidades críticas. Implica un trabajo colectivo, en
donde colaboren tanto el maestro como los alumnos pero también el medio social
y familiar.
La escuela debe crear una atmósfera social de tales
sugerencias y de tan complejos estímulos que no sólo permita, sino que estimule
el desarrollo natural de los sentimientos y del carácter del niño, haciendo
nacer en él un concepto propio de sus deberes y de sus derechos dentro de la
comunidad escolar en que vive, que han de tener más tarde su expresión en sus
relaciones sociales y en sus actividades ciudadanas.
La moral no será entonces imposición dogmática, sino una
serie de hábitos creados por la experiencia y por la reiteración en la
conducta.
El más adecuado ambiente moral ha de tener los siguientes
elementos para convertirse en un medio vital para los niños:
La colaboración de toda la escuela.
La instalación material.
Un sistema de relaciones.
La organización del trabajo.
Los métodos de enseñanza.
La acción de la familia.
El ejemplo del maestro.
El dinamismo y la autonomía.
La disciplina.
Existen dos tipos de disciplina: la externa y la interna.
La disciplina externa recibe diversos nombres: coactiva o
heterómana. Aspira garantizar el orden exterior, el orden material de las
clases. Es impuesta por agentes externos y su base fundamental es la autoridad.
Se considera que es el medio indispensable para que pueda realizarse la
enseñanza. Sin quietud, sin silencio, sin disciplina, no podría existir la
escuela.
Disciplina de la escuela tradicionalista, sus medios
eficaces de su acción son los premios y los castigos. La idea de disciplina en
este sentido lleva implícita la sanción. Establece medios de coaccionar al niño
haciéndole dominar, mediante un esfuerzo doloroso, las naturales impulsiones y
necesidades de su vida que le incitan a correr, a gritar, a utilizar sus manos,
a la risa y a la alegría. Estimulando así, lo que se considera falsamente como
virtudes escolares: la aplicación, la obediencia, el silencio, la quietud, etc.
Por otro lado esta la disciplina interna o funcional,
relacionada con la nueva doctrina. Considera que el orden que es producto de la
imposición es causa de un desorden más profundo y de mayor duración y
trascendencia. Exige como condición indispensable la conformidad del individuo.
Se funda en la libertad y en la autonomía del discípulo.
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