El SNTE.
El
sindicato con mayor afiliación en la región es el Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación de México (SNTE), con 1.200.000 miembros, de los
cuales aproximadamente 800.000 son docentes y el resto trabajadores
administrativos, técnicos y manuales adscritos al sistema educativo. Por lo
anterior, algunos consideran que la afiliación a este sindicato ha sido
prácticamente obligatoria, ya que desde su fundación, en 1943, obtuvo
personalidad jurídica como organismo que agrupaba a los trabajadores de la Secretaría de Educación
Pública, y en México, por ley, solamente se reconoce un sindicato por cada
secretaría de Estado.
Antecedentes históricos.
“En los primeros años de la
década de los cuarenta, la profesión docente no sólo se había convertido en una
profesión que dependía principalmente del gobierno federal, sino que estaba
encuadrada dentro de una organización sindical casi única.” (Arnaut,
Alberto).
Este lapso
del proceso de organización de los profesores de la entidad federativa más poblada
del país no ha sido fácil, entre avatares altibajos. Su historia, como la de
muchos sindicatos mexicanos, es un fiel reflejo de la política por la que hemos
transitado.
En un
inicio, el proceso de organización gremial de los maestros del estado de México
durante los años de 1921 a 1959: “Fue un periodo en el cual los profesores
transitaron de la acción individual a la mutualidad, de ésta a la sociedad de
resistencia y luego al sindicato gremial”. Asociación que llega a consolidarse
como institución sindical en la medida en que responde a la lógica del Estado.
La existencia de cientos de pequeños sindicatos dificultaba las tareas
de administración de las relaciones laborales y de negociación colectiva para
la SEP. Eran tantos y tan variados los interlocutores que hacían todo el
andamiaje burocrático de la Secretaría lento, reiterativo y sin posibilidad de
establecer normas racionales: Además, muchos de aquellos sindicatos seguían
siendo fieles, más de palabra que de obra, a la educación socialista y estaban
dirigidos por los cuadros del antiguo Partido Comunista. Los maestros eran casi
el único gremio importante que no estaba incorporado al partido en el poder ni
formaba parte del pacto corporativo entre el Estado, los trabajadores y los
empresarios. La unidad de la nación demandaba también la cohesión de los
maestros- se decía desde el poder- y se actuó en consecuencia: se fundó el
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
A
principios de 1936 se dio un salto hacia la unidad con la creación de la
Confederación Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (CNTE), organización que
tuvo sus diferencias con la recién creada Confederación de Trabajadores de
México (CTM) y va a ser hasta el año de 1943 cuando se dé la unificación
nacional del magisterio mediante la fundación del Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación (SNTE). Junto a estas transformaciones, el magisterio
mexiquense va a la par, y en ese mismo año los profesores realizan su congreso
de unidad, dando origen a la Unidad Magisterial del Estado de México, acción
impulsada de nuevo por el entonces gobernador del estado, Isidro Fabela,
organización gremial que se adelantaba a la creación del SNTE.
Este
proceso de centralización y estatización logra un avance con la constitución
del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en 1943, cuyo
crecimiento numérico y participación política lo hacen una fuerza hegemónica en
los asuntos educativos.
Fundación del Sindicato Nacional de
Trabajadores del Educación.
Al
ocaso de 1943 se fundo el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE). Con la aparición del sindicato de maestros se logro unificar, después
de varias dificultades, a una serie de asociaciones, confederaciones y
sindicatos de maestros de distintas filiaciones y orientaciones políticas
dispersas por todo el territorio nacional.
La
diversidad de sindicatos que rodearon al gremio magisterial antes de 1943 perseguían,
por un lado, lograr el mayor número posible, y por otro, llegar a convertirse
en los interlocutores exclusivos ante el Estado; lo que dio origen a múltiples conflictos
recurrentes y cada vez más polarizados entre las distintas organizaciones en
disputa; problemas que no solo se restringían al ambito magisterial, sino que
tocaban otras fibras del tejido social, convirtiéndose en una situación difícil
de manejar para el presidente en turno.
El
nuevo secretario de Educación Publica, Jaime Torres Bodet (sustituía en el
cargo a Octavio Véjar), identificaba a los distintos sectores de los maestros
en los siguientes términos:
“El
magisterio estaba compuesto por tres sectores muy desiguales. Existía, en
primer lugar, una mayoría sencilla, pero ayuna –y en proporción alarmante- de
competencia. Millares de profesores titulados: muchos de ellos de luz escasa o
cansada ya por la edad, o extenuada por la miseria. Junto a ellos, millares de
jóvenes reclutados al favor de cualquier capricho, al azar del menor encuentro
sin más diploma que el certificado de educación primaria… al lado de este
sector, existía otro: menos numeroso pero de movimientos más perceptibles.
Alternaban en él innegables maestros de capacidad personal. Políticos unos, y
otros vejados por la política, todos vivían insatisfechos. Estos porque la política
los vejaba, y aquellos porque no les rendía los frutos apetecidos… por ultimo…
venían los maestros de conciencia y de razón. Muerto ya Lauro Aguirre, se distinguían
hombres como Rafael Ramírez, Guillermo Bonilla… o mujeres como Rosaura Zapata,
Luz Vera… y muchos otros…”
Ante
la situación inestable de los maestros y la dispersión de las fuerzas políticas
e ideológicas en lucha permanente, el presidente de la Republica, Manuel Ávila
Camacho, propuso una salida negociada que contemplaba un acuerdo entre los
principales representantes de los sindicatos de maestros:
“Al no
tener éxito en sus pretensiones ni llegar a resultados positivos las pláticas
tenidas por encargo del primer magistrado de la nación con el licenciado
Antonio Villalobos, presidente del Partido de la Revolución Mexicana, optaron por
integrar, con aprobación del propio presidente Ávila Camacho, el Comité
Coaligado de Unificación Magisterial, con cinco representantes de cada
sindicato… El Comité… fue investido de dos facultades: la de tratar con la
Secretaría de Educación Pública los problemas de los maestros y la de aprobar
leyes y las bases para rehacer la unidad, y en su caso, convocar a un
Congreso.”
El
Comité Coaligado de Unificación Magisterial lanzó la convocatoria para realizar
el Congreso Nacional de Unificación Magisterial o Congreso Constituyente del
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, del 24 al 30 de diciembre
de 1943, en el Palacio de Bellas Artes. Al acto acudió el Presidente de la
República y el nuevo secretario de Educación, quien declaró:
“Aun
separados, sois una fuerza; pero una fuerza de la que suelen salir disidencias,
obstáculos y querellas. Juntos, vuestra fuerza será mayor y tendrá además un
resultado más importante y más respetable: el de actuar paralelamente al espíritu
de unidad que anhelamos todos los mexicanos…”
El
Congreso no encontró ningún tipo de resistencia oficial, sino que más bien tuvo
que enfrentar muchas dificultades internas que pusieron en riesgo su
culminación exitosa.
Una de
las primeras medidas adoptadas fue la desaparición de los sindicatos Único
Nacional de Trabajadores de la Enseñanza (SUNTE), el de Trabajadores de la
Enseñanza de la Republica Mexicana (STERM), el Mexicano de Maestros y
Trabajadores de la Educación (SMMTE), y otras agrupaciones pequeñas, acordando
aglutinarse en el Bloque Democrático Unificador.
En la dinámica
de los trabajos prevaleció el encuentro de posturas y personalidades que
amenazó en más de un ocasión con provocar una ruptura irreconciliable. Se
presentaron algunos problemas en el registro de credenciales y varios
representantes del SUNTE, de la Federación Nacional de Sindicatos Autónomos y
del Sindicato Nacional de Escuelas Particulares hicieron declaraciones
anticomunistas.
Como
consecuencia inmediata de estos pronunciamientos varios grupos decidieron
abandonar el congreso y sesionar de manera independiente, como el caso de
algunos miembros del SMMTE, quienes se trasladaron al local de la Confederación
Nacional Campesina o de los empleados administrativos de la SEP, sin embargo,
días después se logró que regresaran a los trabajos del Congreso y con ello
consolidar la unificación.
Los
trabajos del Congreso terminaron el 30 de diciembre. En el discurso de clausura
Torres Bodet señaló:
“El
organismo que habéis formado fuera de toda presión oficial se presenta como un
organismo libre y, en tal calidad, tiene que responder al país con lealtad y
con honradez… podréis contar con la amplia voluntad de comprensión de la
Secretaria de Educación Pública, siempre que no intentéis interpretar esa
voluntad como una flaqueza para que intervengáis, de manera unilateral, en una
dirección que, si ha de ser efectiva, deberá reunir dos condiciones
fundamentales: la plena autoridad de los funcionarios y la armonía de esa
autoridad con vuestras capacidades individuales y con vuestro aliento conjunto
para servir a la patria como merece.”
En el
Congreso se aprobaron los estatutos y se acordó por unanimidad que la nueva
organización sindical se denominara Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE), y su lema: “Por una educación al servicio del pueblo”.
“El pago”.
Ahora
bien, conseguir ese objetivo (consolidarse como institución sindical ) implicó
una acción dual: por un lado, satisfacer demandas fundamentales de la base
magisterial, como fueron las relativas al pago regular de los salarios, el
aumento salarial, los servicios médicos y de farmacia, la jubilación, el
escalafón magisterial transparente y el mejoramiento profesional. Por el otro
lado, ofrecer ciertas concesiones a la burocracia sindical, como fueron:
dirigir la educación en la entidad, intervenir en los procesos de asignación de
plazas, cambios de adscripción, ascensos magisteriales y orientación de la
educación. Todo combinado con acciones de represión hacia los potenciales
opositores o ‘compra’ de agitadores que hacían peligrar la estabilidad
sindical, con el objeto de que se lograra apoyar los proyectos gubernamentales
y matizar las demandas sindicales.
Es una
historia de toma y daca para legitimar un sindicato en el que las acciones de
acercamiento con el Estado tenían que darse, pero sin renunciar a la
independencia, a la democracia sindical y a la naturaleza de un movimiento
social.
Pero, el poder ciega a la gente, y los sindicatos por mucho que busque
el bienestar colectivo de sus agremiados son dirigidos por personas que llegan
a ser tentadas que utilizan su poder para su propio bienestar, olvidando a
veces a los demás… La exigencia sindical de negociar los asuntos
educativos responde, pues, no sólo a una antigua demanda del magisterio, sino
también a una estrategia sindical tendiente a consolidar su influencia sobre el
sistema educativo o, al menos, a llevar los asuntos educativos al terreno de
una relación bilateral entre la SEP y el SNTE. (Arnaut,
Alberto).
Desarrollo del SNTE.
Todo esto
ha llevado a una enorme rigidez del la administración de la SEP, donde los
empleados son inamovibles, los reclutamientos de personal tienen ingerencias
sindicales, además que mucha autoridades medias deben su fuente de legitimidad
al SNTE.
Motivando así,
a que El magisterio se pronuncie en contra del mejoramiento de
los servicios educativos; ya que uno de los factores que más contribuyen a
configurar este fenómeno es el monopolio de la profesión docente por una
representación sindical. Lo que en un inicio pudo llegar a ser una gran
oportunidad para consolidar al Sistema Educativo Mexicano y elevar al máximo
los servicios, así como el nivel de vida de los maestros y no de un solo grupo,
se ha convertido en una pequeña “oligarquía” que tiene el control de un
monopolio, y que sacrifica los intereses de sus agremiados por su propio
bienestar social, económico y político.
Por otro
lado, el sindicato se ha consolidado como uno de los fundamentales
ámbitos de la socialización de los maestros, quizá el principal, después de la
escuela normal donde se formaron y la escuela donde trabajan. Por que si nos
ponemos a pensar, nos damos cuenta que el trabajo de todos los días tiene que
ver con el sindicato. No hay profesor que no tenga una inmensa y frecuente
relación con las cuestiones sindicales. Y no se puede esperar menos, pues de su
relación con el sindicato dependen su ingreso y su permanencia en la profesión,
su plaza, sus condiciones de trabajo, sus expectativas de promoción, sus
prestaciones sociales, el pago del sueldo y el trámite de su jubilación.
Sin embargo, no todo
es malo; en esencia, los estatutos base del SNTE, luchan para que la mayoría de
los maestros tengan una garantía de la vigencia de sus derechos profesionales.
En su interpretación la
fundación del SNTE le evitó al Estado los planteamientos sobre los
maestros elaborados y justificativos, quedándole un discurso mediocre,
asegurándose el control dándoles prebendas a los dirigentes, lo que le llevó a
perder el control de los procesos educativos hasta 1989.
Carlos
Órnelas coloca al Estado como el actor y al SNTE y los maestros como
subalternos, los manejables, aunque en el caso del SNTE, éste se escapa del
control hasta 1989 con la reforma salinista.
Los días 12 y 13 de diciembre de 1989
fue convocado el XVII Consejo Nacional Extraordinario del SNTE; fue una medida
extrema por el cual, la profesora Elba Esther Gordillo Morales iniciaba un
movimiento sindical para legitimar su ascenso al poder. El Consejo Nacional fue
obligado a convocar al 1er Congreso Nacional Extraordinario para el 20 de enero
de 1990. Este Congreso fue visto por varios grupos como una esperanza
democrática. La casa común abría sus puertas de par en par por donde circulaban
libremente las palabras que apuntaban a construir un nuevo proyecto sindical.
Otros lo vieron como una amenaza a sus antiguos privilegios, instituidos en los
estatutos, ejercidos de manera cotidiana en el trafico de influencias, en la
venta de plazas, pero principalmente en la administración del poder político que
significaba el corporativismo al gobierno y al partido de Estado. Fue en estas
vísperas, cuando llego Elba Esther Gordillo a la Secretaria General del Comité
Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
El Congreso Nacional Extraordinario, celebrado en Tepic, Nayarit., en enero de 1990 creo importantes expectativas, no solo entre los educadores mexicanos, sino también en amplios sectores de la sociedad y la fuerza laboral de México, principalmente entre los periodistas de prestigio e intelectuales. En los meses y en los años que siguieron aumentaban las simpatías por el SNTE. De pronto, la maestra, se convirtió en articulista permanente de La Jornada, sus opiniones eran difundidas en varias revistas a través de entrevistas y declaraciones publicas, el SNTE como sindicato convoco a varios encuentros internacionales sobre educación y sindicalismo, las voces por mucho tiempo marginadas eren escuchadas con respeto y atención por una audiencia que no comprendía lo que sucedía. Las viejas simpatías sociales y políticas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, ahora se congregaban en lujosos hoteles y en amplios auditorios en donde presidía la rígida figura de la maestra.
Por
otra parte, tenemos el delicado tema económico. Como ocurre con numerosas
organizaciones gremiales, desde su fundación las arcas del SNTE han sido
tomadas como un botín. El manejo de las cuotas sindicales ha estado siempre en
el centro del debate, entre los llamados “oficialistas” y disidentes. Durante
décadas la corrupción ha sido el instrumento para la supervivencia de los
caciques sindicales. Desde las asociaciones más pequeñas hasta las más grandes,
los fondos sindicales han sido motivo de disputas. La inmensa mayoría de sus
líderes se enriquecen al amparo de la impunidad, pues recompensan con prebendas
a la misma autoridad, así hasta llegar a la punta de la pirámide del poder
político. La desviación de los recursos sindicales ha llegado al extremo de
empañar las campañas presidenciales. En la política la corrupción se ha
convertido en una segunda naturaleza, tanto que los estudiosos la consideran un
problema más político que moral. El sindicato de los maestros no ha podido
sustraerse a esta situación pese a la rebelión de cientos de miles de
profesores con sus líderes.
Siempre
se habla que el magisterio es la organización sindical más poderosa del país en
términos numéricos y políticos, pero los maestros desconocen el patrimonio de
su sindicato. Simplemente nadie les rinde cuentas. Recientemente, Carlos
Jonguitud reveló algunos detalles a la prensa sobre el manejo discrecional de
las finanzas del SNTE cuando acusó a Elba Esther Gordillo de hacer mal uso de
los recursos.
En lo que corresponde al SNTE, en su
ámbito nacional, a partir de la reforma estatutaria de 1992, comprendió la
creación de una o varias (por niveles educativos) Secretarías de Investigación
y Capacitación Educativa que aunque no le conceden gran peso político habla de
una necesidad desde la dirigencia del gremio más numeroso de Latinoamérica de
atender un espacio que cada vez se consolida más y se va tornando importante.
Incluso, a nivel nacional, se creó un centro de investigaciones con cierto
grado de autonomía y con investigadores de prestigio en su dirección "La
Fundación SNTE para la Cultura del Maestro Mexicano", el que como órgano
descentralizado del SNTE hace investigación y apoya técnicamente los eventos
que de tipo académico ha organizado el sindicato de los maestros, o sus
instancias respectivas. Dentro de los trabajos y las producciones que le han
correspondido, se encuentran los documentos básicos, para la celebración del
primero y segundo congreso de educación que ha organizado dicho sindicato (1994
y 1997 respectivamente) elaborados con base en productos de investigación y que
desafortunadamente no ha contado con la creación de instancias estatales que
hagan las mismas funciones y sostengan los mismos compromisos de elaboración de
trabajos y estudios, en torno de los sujetos docentes y su cultura. Todo ha
quedado en colaboraciones aisladas de carácter individual, donde se les
reconoce el papel de investigadores pero su acción se queda en la revisión o
redacción de documentos técnicos, o también el prestar asesorías en eventos
político-académicos, como ha sido el caso del primero y segundo congresos
educativos del SNTE.
Consecuencias: El impacto actual.
Eran los días de efervescencia
política y cívica, los ciudadanos se sentían orgullosos del poder de su voto.
Cuauhtémoc Cárdenas encarnaba las aspiraciones democráticas de los ciudadanos
que querían construir una nueva nación. De Europa llegaban noticias
desalentadoras, el muro de Berlín era derrumbado por un pueblo dividido por los
odios políticos heredados de la segunda guerra mundial. A esta tierra llegaban
los delegados del viejo y arrogante sindicalismo soviético, mas como ejemplo de
ignorancia que como punto de referencia para entender los cambios planetarios
¿Qué pasaba con la poderosa Federación Sindical Mundial? Simplemente
desapareció de la noche a la mañana.
El poder soviético desaparecía, los pueblos y naciones buscaban su camino propio, nuevos movimientos sociales surgieron en Europa y la iglesia intervino como una fuerza capaz de articular las viejas demandas democráticas e independentistas. La guerra fría desapareció y Estados Unidos inauguraba la guerra caliente en la invasión a Irán. Entre tanto, la maestra hacia planes para apoderarse del liderazgo de la Confederación de Educadores de América, CEA, liderada hasta entonces por Cuba; en el esfuerzo no se escatimaron recursos, en 1993, en el marco de Pedagogía 93, el SNTE se presento en la Habana con mas de cinco mil trabajadores de la educación, esta demostración de fuerza solo la podía hacer un sindicato rico como el SNTE. En forma paralela, se construía la Fundación SNTE y el Instituto de Estudios Sindicales para América. Por primera vez el SNTE publicaba libros y revistas que trataban temas como la equidad de género y la idea de construir un nuevo sindicalismo. Y una nueva educación para México.
En Tepic, el SNTE decidió transformarse para romper con el viejo molde autoritario de sindicalismo vertical, de líderes patrimonialistas, y voto por el respeto a la pluralidad y por preservar la unidad de los trabajadores, pero principalmente, definir al Sindicato como un frente amplio en el respeto a todas las formas de sindicalismo que se expresan en el SNTE. En 1992, se realiza el Segundo Congreso Nacional Extraordinario para la reforma estatutaria. La reforma es limitada, el principio de representación proporcional que prometía un proceso democrático como el ensayado por el sistema electoral mexicano se traduce en frustración, el voto directo y universal para la elección de los órganos de gobierno se limita únicamente al ámbito delegacional y se mantienen los controles patrimonialistas del liderazgo de la maestra para designar a los comités seccionales y nacional.
El discurso reformador se abandona, los nuevos liderazgos no aparecen a pesar de la inversión millonaria en cursos, encuentros, conferencias y un número indeterminado de eventos culturales y académicos por rescatar a los líderes de su analfabetismo funcional. Todo es inútil, las conductas incondicionales irritan a la maestra que se convierte en operadora política de los gobiernos de Ernesto Zedillo Ponce de León y del propio Vicente Fox. Frente a esta realidad, decide suplantar al Comité Ejecutivo Nacional por un grupo de intelectuales. Ellos deciden la elaboración de los documentos, ellos presiden las reuniones nacionales, ellos explican las bondades de Carrera Magisterial, de la importancia de reconocer socialmente el trabajo docente a través de un salario profesional o mediante un ambicioso programa de vivienda que se fue quedando en papales polvorientos de archivos de escritorio.
La corrupción hizo su aparición y el dinero de un fideicomiso se esfumo sin que rindiera frutos. Vivienda Magisterial, es solo un botón de muestra de lo que se hace durante diez y seis años con los millones de pesos que ingresan a las finanzas del SNTE, por concepto de cuotas sindicales de mas de un millón de trabajadores de la educación. El Comité Ejecutivo Nacional, es una casta burocrática que no representa los intereses de los profesores que trabajan en las aulas de las escuelas del país y mucho menos son representativos de los intereses nacionales como la educación pública. El apoyo mecánico de los líderes de las secciones del SNTE, es un acto reflejo inducido por los representantes incondicionales del CEN del SNTE.
Esfuerzos del SNTE en el nuevo milenio.
El Secretario destacó el esfuerzo de
la SEP, el SNTE, los gobiernos estatales y la iniciativa privada —Fundación
Telmex y Microsoft— para dar un paso en el cierre de la brecha digital mediante
una herramienta que permitirá a los docentes acceder a las tecnologías de la
información y la comunicación y desarrollar su tarea educativa de una mejor
manera.
Por su parte, el Secretario General
del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE, Rafael Ochoa Guzmán, expresó su
reconocimiento a las autoridades educativas y a todos los que intervienen en el
programa de dotación de equipos de cómputo, por atender una de las demandas del
gremio magisterial.
“Con ello cumplimos el objetivo de
poner al alcance de los maestros de todo el país un instrumento que les ayude a
vincularse con el mundo de la información y obtener las novedades teóricas en
materia pedagógica que favorezcan el progreso profesional y el de sus alumnos”,
puntualizó.
CONCLUSIÓN.
La creación del SNTE en 1943 fue una necesidad de la época,
en la que inevitablemente influyeron intereses políticos, económicos, sociales
y personales. Aspectos que han hecho que algunos estudiosos lo consideren un sindicato
que sólo sirvió para corporativizar a los trabajadores de la educación. Pero
pensar eso, sería una completa tontería; ciertamente se ha contemplado así al
SNTE, por que sus dirigentes le han dado esa imagen a lo largo de la historia,
en donde se reflejan disputas por el poder, y acuerdos poco beneficiosos para
todos sus agremiados.
A menudo el reclamo de mayor
participación del magisterio en la definición y ejecución de políticas es una
bandera que enarbola la representación sindical como una estrategia, no para
impulsar, sino para bloquear, reorientar o cancelar los proyectos de cambio en
el sistema educativo. (Arnaut, Alberto).
Pero observando la situación desde otra perspectiva, podemos
darnos cuenta de que el SNTE, bien o mal dirigido, busca en sus estatutos el
respeto de los derechos de sus sindicados y el mejoramiento de sus condiciones
de vida y laborales. Sin importarles las condiciones económicas, asistenciales
y preparación profesional de los maestros y de todos los trabajadores de la
educación, se les apoya y busca su auto superación. Además, lucha por la democratización de la educación y
democratización del país. Recordemos que la unión hace la fuerza.
Debido
a su filiación y a su dirigencia, ha influido constantemente en la vida
nacional, en donde contemplamos claramente el ambito económico y político de
México. Su impacto en la evolución del país y en el Sistema Educativo Mexicano
es relevante pero aún así difícil de determinar. A lo largo del trabajo se han
mencionado el impacto del SNTE, de manera general y sin ser exhaustivos, tocando
algunos puntos actuales. Por último, este sindicato, ha dado y tiene aun mucho más
que dar para el progreso de la nación y del sistema educativo mexicano. “Por
una educación al servicio del pueblo.”
BIBLIOGRAFIA.

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profesión. Los maestros de educación primaria en México.1887-1994: México.
SEP/CIDE, 1998 (Biblioteca del normalista)
Ornelas, Carlos, El sistema
educativo mexicano, la transición de fin de siglo. México, CIDE / Nacional
Financiera / FCE, 1995, 371p.
Arnaut,
Alberto (1998), “Una profesión federal y sindicalizada, 1935-1943”, en Historia
de una
profesión,
Los maestros de educación primaria en México, 1887-1994, México, CIDE/SEP
(Biblioteca
del normalista), pp. 86-92.
Jaime Torres Bodet, Años contra el tiempo. Memorias. México,
Porrúa, 1969, pp. 15-16 y 42-43.
Lozano, Ceniceros, V. Breve historia del movimiento sindical
Mexicano y comentario histórico del actual
Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación, SNTE, México, 1969, p. 26.
Gerardo Peláez, Historia del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación, México, Ediciones de Cultura Popular, 1984, pp.
34-35.
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