Friday, April 19, 2013

Iniciativas de un sistema educativo mexicano.


Iniciativas efectuadas con la finalidad de integrar el sistema educativo nacional”.


El sistema educativo mexicano ha sido producto de una serie de eventos, promulgaciones de leyes, confrontaciones, creación de instituciones, formulación y  reformulación de planes y programas, etc., que integran todo un largo, difícil y en ocasiones, penoso proceso histórico socio-cultural que ha requerido de diversos sacrificios. A este sistema educativo han contribuido a lo largo del tiempo grandes hombres ilustres, que con sus ideas y acciones han buscado siempre seguir adelante. Por lo mismo no es posible atribuirle a un solo hombre, ni siquiera a una sola época, los logros que se han obtenido. Aun falta mucho por mejorar, pero solo nosotros y el tiempo podrá decirnos que camino tomaremos y que tanto lograremos recorrer.

Con Juárez tenemos la promulgación de la ley orgánica de 1867 que anulaba la enseñanza de la religión en las escuelas públicas, imprimiéndole un carácter de continuidad y definitividad al laicismo que propusiera Mora desde 1833. Fue Lerdo quien, en el articulo cuarto del decreto 10 de diciembre de 1874, extendió legalmente este principio en todo el país.

Otros principios como gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza, habían sido declarados necesarios por el congreso de 1842, pero no adquirieron el mismo carácter de ley sino de 1867. Barreda y Martínez de Castro expresaron claramente las ideas de algunos de los designados por Juárez para reorganizar la educación primaria y la instrucción en general.

Se trata como aspecto importante, fomentar la libertad, el orden y el progreso como solución a la realidad del momento, reorganizando la educación publica sobre los principios de la ciencia y la aptitud del hombre para buscar la verdad, todo ello dentro de los lineamientos de la nueva corriente europea: el positivismo.

Se trataron de imponer los principios del liberalismo mediante la promulgación de la ley de 1867, reformada posteriormente el 15 de mayo de 1869. En este reglamento se imponía a los padres la obligación de mandar a sus hijos a  la escuela primaria desde los cinco años de edad, y se exponían los estímulos así como las sanciones correspondientes a esta ley. Este documento, además confirma las tres características de la instrucción primaria: gratuita, laica y obligatoria, dando de esta forma cierta uniformidad. Además, quedaba estructurada de acuerdo con los principios del positivismo.

La reforma de 1869 retomo la idea ilustrada sobre la intervención estatal en materia educativa, y se estableció para esto la junta  directiva de instrucción primaria y secundaria de Distrito. Esta se encargaba de los libros de texto y autores de los mismos, autorización de maestros, vigilancia en el cumplimiento de la ley, entre otras funciones.

Se busco proporcionar ingresos para la manutención de escuelas así como la formación de nuevas, se intentaba multiplicarlas y dar la oportunidad a todo el pueblo de recibir educación. Sin embargo, resulta evidente que por las condiciones sociales, económicas y políticas, la ley de obligatoriedad no funciono. La falta de escuelas no se pudo solucionar, a esto aunamos la falta de interés de las clases bajas de educarse, así como la falta de fondos para mantenerlas y la inexperiencia en organización escolar, como causas del fracaso escolar obtenido.

De esta forma llegamos al porfiriato. La obra de Porfirio Díaz seria precisamente la sistematización y la unificación de criterios en metas y métodos, planes de estudio y programas, organización de estímulos, notas y sanciones, creando así la estructura básica de la actual escuela primaria.

Las dificultades afrontadas durante los años de 1876 y 1880 fueron monumentales. Lo más difícil fue la falta de continuidad en la dirección del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. La estabilidad solo se logro a partir de 1880 al iniciarse el periodo de Manuel González, quien nombro ministro de este ramo a Joaquín Baranda. Su obra es muy alabada, así como su esfuerzo y dedicación. Sus proyectos, ideas y logros en materia legal y reglamentaria muestran su interés por la educación primaria.

Posteriormente, desde 1896 hasta 1910 la Dirección General de Instrucción Primaria se encargo de estudiar y tratar las dificultades. Ezequiel A. Chávez fue el cerebro que dirigió los pasos que debía seguir la instrucción primaria.

Durante el porfiriato se emplearon cuatro sistemas de instrucción básica. El individual, el sistema simultáneo, el sistema mutuo y el sistema mixto. Pero más importante que los sistemas fueron los métodos. Hasta el primer congreso pedagógico, quienes habían dado pautas y sugerido métodos eran profesionistas interesados en el ramo de la instrucción pero que nunca se habían dedicado al estudio de la pedagogía. Mucho menos la habían estudiado los regidores y presidentes del ayuntamiento. Solo en 1889, con motivo del Primer Congreso Pedagógico convocado por el ministro Baranda, hombres como Justo Sierra, en colaboración con algunos pedagogos, pudieron definir y establecer objetivos y métodos que dieran un perfil nítido a lo que se venia llamando desde 1878 “escuela nacional primaria”. Del cual podemos ver que se buscaba dar una educación integral, destinada al cuerpo, a la inteligencia y al corazón.

El método objetivo fue el que prevaleció en la escuela. La finalidad perseguida era formar una sociedad de hombres capaces de ver las cosas tal como eran y no como otros se las querían mostrar. Baranda se enfoco más a lo intelectual pero en contra de lo tradicional, ya no se trataba de una educación moral, sino de cultivar la inteligencia.

Durante este periodo había ya quien diera la pauta sobre el método a seguir y quien supiera aplicarlo. Asimismo había quien explicara teóricamente su utilidad. Los maestros más sobresalientes de la época fueron posiblemente Laubscher y Rébsamen. Después del congreso de 1889 varios estados mandaron maestros a Veracruz a fin de poder adquirir las nuevas tendencias en materia educativa. Sin embargo, los verdaderos beneficiarios fueron los alumnos que estuvieron bajo la mano hábil de algunos pedagogos, esto debido al descuido del magisterio y los sueldos bajos.

No obstante, aunque los esfuerzos fueron débiles y no dieron el resultado esperado, constituyeron grandes ideas, útiles en el desarrollo de otras nuevas que lograron trascender en el ámbito educativo. Por ejemplo, el Congreso Higiénico Pedagógico de 1882, en donde se discutieron cuestiones de importancia, referentes a los edificios, al mobiliario, a los libros y útiles, así como los métodos de prevención de enfermedades y condiciones propicias para el estudio.

Los ensayos educativos, formaron una preciosa experiencia que dio como resultado un orden y progreso notorios. Como es debido, las ideas sirvieron de base para otras nuevas, solo se precisaron y aclararon. De hecho algunas de éstas ideas aun en la actualidad se siguen manejando y utilizando.

Las indicaciones metodológicas sobre la enseñanza de cada una de las materias de los programas de educación primaria de 1908 eran lo suficientemente claras que hasta un maestro inexperto podía instruir y educar al niño. A Justo Sierra le tocó presentar estas indicaciones que fueron el punto clímax de la programación durante el porfiriato. Todo esto aunado a la federalización de las escuelas primarias del Distrito Federal, fue un enorme paso adelante.

Desde 1891, y como resultado del Congreso Pedagógico, la instrucción primaria quedo dividida en elemental (cuatro años) y superior (dos años). Las escuelas oficiales nocturnas que hasta ese momento desaparecían y aparecían a cada momento tendrían continuidad y se dedicarían tres años a la educación elemental y cinco a la educación complementaria.

Sin embargo, a pesar de los logros obtenidos en materia educativa y de que la distribución de las materias en los diferentes grados era cada vez mejor, las últimas disposiciones citadas todavía olvidaban los horarios. Es así, como  los horarios se hicieron de acuerdo  con las edades de los niños, a partir de 1897.

Para finalizar, pese a que esta etapa no ha sido el punto clímax de la educación en México, aporto valiosos recursos, herramientas y bases teóricas y practicas útiles para el desarrollo de la organización de la educación y no solo a nivel primaria sino en todos los niveles.  Y fueron capaces de dar solución en parte a la situación de la época, pese a todas las limitaciones económicas, sociales e ideológicas.

Conclusión

Como hemos dicho, la ley orgánica de 1867 fue un buen primer paso en la creación de las escuelas nacionales primarias; sin embargo como tal, adolecía de algunos defectos. Por ejemplo, se decía en su artículo 17 que la escuela normal se enseñaría los diversos métodos de enseñanza, sin antes haber planeado o por lo menos dedicado un edificio en donde albergar esta escuela.
Era necesario complementarla con otras leyes, y no solo eso, sino también con acciones capaces de dar una solución a la decadente situación educativa del país, rodeada de otras necesidades.  Gente ilustre e innovadora analizo la situación y empezaron a dar propuestas útiles para mejorar la terrible situación.
Fue así, como mentes brillantes en un periodo político que buscaba el progreso y el orden, y que dio ciertas libertades de pensamiento, empezaron a unificar y a organizar la educación de la nación, atendiendo diverso aspectos, tanto legislativos como de higiene que influyen en el nivel optimo del progreso educativo.
Sin embargo, la situación no era aun la idónea para que algunas ideas y proyectos prosperaran, y los que lograron resistir tuvieron una influencia limitada de acción, mas no obstante, sirvieron para futuras reformas como base sólida para crear nuestro actual sistema educativo, el cual aun esta incompleto y necesita ser mejorado. El camino es largo y duro, y los obstáculos son grandes, pero con esfuerzo, dedicación, patriotismo y tiempo, lograremos seguir avanzando, siempre mejorando.

Bibliografía.

*      Francisco Larroyo, Historia comparada de la educación en México, México, Porrúa, 1947, p. 226.
*      Editorial, en “La escuela moderna”, t. 1, p. 1, México, 1889.
*      Ley sobre Enseñanza Primaria en el Distrito y Territorios, Decreto del Congreso, 25 de mayo de 1888.
*      Circular del señor ministro de Justicia e Instrucción Pública, en “La escuela moderna”, t. 1, p. 2, México, 1889.
*      El Colegio de México, Historia mexicana, México, 1979, p. 200.

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