Circular
dirigida a los maestros, referente a la enseñanza moral y cívica.
Paris 17 de noviembre
de 1883 de Jules Ferry.
Él considera que el maestro, al mismo tiempo que enseña a
los niños a leer y a escribir, les enseña también reglas elementales de la vida
moral que están tan aceptadas universalmente como las del lenguaje y la aritmética.
Además, no se le pide nada nuevo que enseñar o de qué hablar que no le sea
familiar. Ni que se convierta en un filósofo o teólogo. Todos los niños que son
sus alumnos se inspiran con su puro ejemplo, y es cuando el maestro suple al
padre de familia, y como tal debe hablarles con fuerza y autoridad pero con la
mayor reserva, cuidado no hablar de religión.
Y propone una regla práctica para identificar si lo que se
va a decir es algún precepto religioso o no. Solo hay que preguntarse si
alguien conocido y honesto pueda sentirse ofendido con lo que va a decir, si no
es así debe de hablar sin temor porque les esta diciendo la sabiduría del
género humano, el patrimonio de la humanidad. Jules Ferry les dice a los
maestros que: “Permanezca dentro de este límite, ya que nunca será demasiado
escrupuloso cuando se trata de algo tan delicado y sagrado como es la
conciencia del niño”.
Menciona además que la familia y en general la sociedad
demandan la ayuda del maestro para la buena educación de sus hijos, y que
esperan actos y no tanto palabras. “Se trata de ejercer una serie de
influencias morales sobre los jóvenes a fuerza de paciencia, de firmeza, de
dulzura, de elevación del carácter y de poder persuasivo”. Esta labor más que
un trabajo es un servicio que hacen al país. Es el enseñarles en bien vivir de
la misma forma que cada maestro vive.
De esta forma expone que los maestros son el principal y más
valioso recurso y medio para el progreso moral y social, y que con su ejemplo
son capaces de plasmar significativamente en los niños, los fundamentos de la
moralidad; teniendo que hacer frente a los defectos, los vicios y lo
prejuicios.
Solo sabemos que el niño ha aprendido cuando es posible observar
los preceptos de la lección en el carácter del mismo fuera de la escuela. Pero
la tarea requiere de tiempo y paciencia, “formar o reformar una alma libre no
es obra de un día”. Es con base en ejercicios prácticos, esfuerzos, actos,
costumbres, que el niño empieza entender y a apropiarse de este patrimonio de
la humanidad.
Solo eso les hace falta para ser ciudadanos, dignos
representantes de la nación: la práctica, la costumbre, la facilidad, la
rapidez y la seguridad en la ejecución. El método para conseguirlo es simple:
pocas fórmulas, pocas abstracciones y muchos ejemplos tomados de la vida real.
Para reforzar la tarea el maestro podrá hacer uso de apoyos
externos, es decir, manuales de instrucción moral y cívica. Jules nos dice: “El
libro está hecho para usted, no usted para el libro. Es su consejero, su guía,
pero a usted le corresponde seguir siendo el guía y el consejero por excelencia
de sus alumnos.”
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