Observación Participante
Nos sirve para conocer las
características de los alumnos, el
contexto, para poder planear acorde a sus características, para indagar
sobre algunos aspectos del proceso enseñanza-aprendizaje, como las habilidades
adquiridas o conocimientos actitudinales. Su mayor ventaja es proporcionar una
descripción del comportamiento real en situaciones naturales. Como nos dice
Ruth Mercado: “En convivencia con los niños, los maestros conocen cómo son,
cuáles son sus inquietudes, necesidades y ritmos de aprendizaje.”
Además de compilar descripciones
del comportamiento más característico de los alumnos, aspectos que se registran
en el diario del profesor y que nos permiten reorientar nuestra práctica en
caso de ser necesario y superar obstáculos. Porque el maestro ha de observar a
los niños para adaptar el programa de enseñanza y aprendizaje a las necesidades
individuales y grupales y evaluar el aprendizaje. Según Max Manen, “Un profesor es inteligente cuando es capaz de
detectar qué es lo que impide que el niño sea inteligente”
Es así como, partiendo de una
observación participante (definida por Woods como el “…medio para llegar
profundamente a la comprensión y explicación de la realidad por la cual el
investigador "participa" de la situación que requiere observar, es
decir, penetra en la experiencia de los otros, dentro de un grupo o institución.”)
he podido identificar situaciones conflictivas que se presentan en la mayoría
de las aulas de nuestras escuelas públicas, referentes a la organización del
grupo, al uso adecuado del tiempo, los imprevistos, la organización de la
escuela, el comportamiento de los niños, los hábitos, habilidades, actitudes y
manejo de valores, el docente tutor, la planeación, el manejo de contenidos, el
dominio de enfoques, el uso de recursos y materiales didácticos, la evaluación,
los padres de familia y el contexto.
Entre las técnicas de observación
que podemos considerar más útiles para el trabajo docente, he seleccionado las
guías de observación, el registro anecdótico, las escalas de calificación y las
listas de cotejo, los inventarios de intereses, las pruebas de personalidad,
los cuestionarios auto administrados, y otros más. Y uno de los más útiles, el
diario del profesor, con el cual completamos el repertorio de instrumentos de
observación que se han utilizado en diferentes prácticas evaluativas y con el
cual podemos identificar entre diversos aspectos las situaciones conflictivas
que acechan en nuestra práctica.
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