Con
Francisco I. Madero se busco una ley acorde a la clase humilde, quedando
Alberto J. Pani como encargado de lograrlo. Para poder hacerlo fue necesario
estudiar de nuevo el caso, resultando en 1912 en un folleto titulado “La
instrucción rudimentaria en la República”, en donde se indicaba las
dificultades del problema:
- Debía
tomarse en cuenta el número de sujetos a quienes se trataba de beneficiar
y las condiciones económicas sociales en que se encontraban.
- Las
enseñanzas no podían impartirse en dos años.
- Como
motivar la asistencia con tan pocos recursos económicos destinados solo a
la implantación del proyecto.
Como soluciones, se considero que debía
modificarse el ordenamiento jurídico para hacer realizable y útil el programa
de estudios que ordena; y buscar una organización que permita mejorar, con los
mejores resultados pero con la misma cantidad de recursos.
Para obtener información importante se
hicieron encuestas, las cuales integraron el libro “Una encuesta sobre
educación popular” en 1918. Posteriormente se hicieron otros intentos por hacer
andar la propuesta pero no fue posible.
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