El conocimiento significativo.
De manera natural y espontánea, los niños construyen
conocimientos acerca del mundo que les rodea y con ellos interactúan de manera
eficiente con la realidad natural y social.
En el marco de sus estructuras
de pensamiento[1],
los chicos pueden adquirir saberes amplios y profundos sobre el mundo que los
rodea. Nuestro objetivo se trata, pues, de lograr que construyan esquemas de
conocimiento que les permitan adquirir una visión del mundo que supere los
límites de su saber cotidiano y los acerque al conocimiento elaborado en la
comunidad científica. En otras palabras, hablamos de un conocimiento
significativo.
Para lograr lo
anterior, debemos tomar en cuenta y valorar los esquemas de conocimiento de los
alumnos como un elemento primordial, ya que el aprendizaje significativo
únicamente ocurre cuando quien aprende construye sobre su experiencia y
conocimientos anteriores el nuevo conjunto de ideas que se dispone a asimilar,
es decir, cuando el nuevo conocimiento interactúa con los esquemas existentes,
como se muestra en el Figura 1.
Cuanta razón tiene todo aquel que afirma que, los alumnos no llegan
en blanco a cada nueva situación de aprendizaje escolar, sino que portan
esquemas de conocimientos previos. Estos esquemas constituyen representaciones
de la realidad, y en ellos se articulan tanto conceptos construidos en el
ámbito escolar como otros construidos espontáneamente en la práctica
extraescolar cotidiana.
Estas concepciones espontáneas de los niños son persistentes. Debido
a que resultan coherentes para los
sujetos que las sostienen, y constituyen instrumentos eficaces para la
predicción y la explicación de los fenómenos cotidianos, por ejemplo: los niños
desde pequeños observan que llueve y construyen sus propias ideas para
explicarse a dónde va el agua de lluvia. Tal vez algunos piensen que toda se va
por las coladeras, otros que se seca con el calor y otros que se va al mar.
Además, las concepciones de los alumnos son de carácter implícito, que aparecen
como “teorías en acción” (Karmiloff Smith e Inhelder, 1981) y que no pueden ser verbalizadas por
los mismos sujetos que las sostienen en acto.
[1] Vea a Cubero, Rosario, “¿Qué
son las concepciones de los alumnos?”, en Cómo trabajara con las ideas de los
niños. Edit Piados, España, 1997.
En otras palabras, los alumnos adquieren ideas sobre cómo son los
hechos y fenómenos sociales y naturales mediante sus experiencias con todo lo
que les rodea, lo que escuchan y discuten con otras personas o lo que conocen
por los medios de comunicación; muchos de estos hechos serán objetos de estudio
a lo largo de la escolarización. Lo que caracteriza a las representaciones de
los alumnos de estas edades es su estabilidad en el tiempo, su relativa
coherencia interna y su comunidad en el grupo de estudiantes; generalmente son
distintas a las del maestro y a las de la ciencia, pero poseen una lógica que
tiene relación con sus experiencias y reflejan una forma de conocimiento. Obsérvese la figura 3.
Las ideas previas de los niños influyen, de manera
importante, a la hora de leer textos, en las observaciones y actividades
experimentales que realizan, así como en las interpretaciones que hacen de
éstas. Estructurar la enseñanza a partir de dichos conocimientos es una
condición necesaria para que los alumnos logren un aprendizaje significativo.
Se trata de modificar esos conocimientos previos para
acercarlos a los conocimientos científicos que se pretende enseñar. Es
importante que en la escuela el conocimiento escolar y extraescolar, se
enriquezcan mutuamente y avancen de manera paralela.
Los niños aprenden cuando modifican sus ideas o
incorporan a ellas nuevos elementos que les permiten explicarse mejor lo que
sucede a su alrededor, pero esto es un proceso lento y a largo plazo.
Si el maestro acostumbra pedir ejemplos, podrá retomar
alguna de las preguntas más generales, por ejemplo: ¿Qué pasa si tocas una lombriz?
En este caso escuchará lo qué dicen algunos de sus alumnos y estará en
condiciones de retomar sus respuestas en función del tema que está trabajando. Es
importante que se permita que los alumnos contesten libremente el ejercicio y
poner mucha atención en las respuestas que den.
Es conveniente también que el maestro tenga alguna
estrategia para registrar las explicaciones de los niños. Además, es necesario
tomar en cuenta los procedimientos a través de los cuales los niños aprendieron
cosas por sí mismos.
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