Friday, May 17, 2013

Circular dirigida a los maestros, referente a la enseñanza moral y cívica. París 17 de noviembre de 1883 de Jules Ferry.


Circular dirigida a los maestros, referente a la enseñanza moral y cívica.
París 17 de noviembre de 1883 de Jules Ferry.

El documento antes citado hace referencia a una circular enviada a todos los maestros de Francia en el año de 1883 por Jules Ferry, en el cual el autor se dirige a los docentes de manera cordial con el motivo de dar algunas orientaciones relevantes, al igual que, recomendaciones en cuanto a la forma y metodología de abordar la educación moral y la instrucción cívica en las escuelas primarias respetando la laicidad de la educación. De esta manera busca solucionar aquellas dudas y dificultades que puedan presentar los maestros al respecto y cumplir así con las disposiciones de la “Ley del 28 de marzo”, caracterizada por dos mandatos:

·         Queda fuera del programa obligatorio la enseñanza de cualquier dogma en particular.
·         Colocar en primer lugar la enseñanza moral y cívica.

Se busca la libertad de conciencia, y se considera que las creencias son personales, libres y variables, en cambio el conocimiento es común e indispensable para todos. Además, se busca fundar un país con una educación nacional basada en las nociones del deber y del derecho. Aunque la anterior ley tuvo fuertes críticas opuestas, como:

·         La tarea de educador moral no se puede cumplir.
·         Es banal e insignificante. Es pretender llegar demasiado alto o demasiado bajo.

No obstante, Jules Ferry considera que el maestro, al mismo tiempo que enseña a los niños a leer y a escribir, les enseña también reglas elementales de la vida moral que están tan aceptadas universalmente como las del lenguaje y la aritmética. Además, no se le pide nada nuevo que enseñar o de qué hablar que no le sea familiar. Ni que se convierta en un filósofo o teólogo. Todos los niños que son sus alumnos se inspiran con su puro ejemplo, y es cuando el maestro suple al padre de familia, y como tal debe hablarles con fuerza y autoridad pero con la mayor reserva, cuidado no hablar de religión.

Y propone una regla práctica para identificar si lo que se va a decir es algún precepto religioso o no. Solo hay que preguntarse si alguien conocido y honesto pueda sentirse ofendido con lo que va a decir, si no es así debe de hablar sin temor porque les esta diciendo la sabiduría del género humano, el patrimonio de la humanidad. Jules Ferry les dice a los maestros que: “Permanezca dentro de este límite, ya que nunca será demasiado escrupuloso cuando se trata de algo tan delicado y sagrado como es la conciencia del niño”.

Menciona además que la familia y en general la sociedad demandan la ayuda del maestro para la buena educación de sus hijos, y que esperan actos y no tanto palabras. “Se trata de ejercer una serie de influencias morales sobre los jóvenes a fuerza de paciencia, de firmeza, de dulzura, de elevación del carácter y de poder persuasivo”. Esta labor más que un trabajo es un servicio que hacen al país. Es el enseñarles en bien vivir de la misma forma que cada maestro vive.

De esta forma expone que los maestros son el principal y más valioso recurso y medio para el progreso moral y social, y que con su ejemplo son capaces de plasmar significativamente en los niños, los fundamentos de la moralidad; teniendo que hacer frente a los defectos, los vicios y lo prejuicios.

Solo sabemos que el niño ha aprendido cuando es posible observar los preceptos de la lección en el carácter del mismo fuera de la escuela. Pero la tarea requiere de tiempo y paciencia, “formar o reformar una alma libre no es obra de un día”. Es con base en ejercicios prácticos, esfuerzos, actos, costumbres, que el niño empieza entender y a apropiarse de este patrimonio de la humanidad.

Solo eso les hace falta para ser ciudadanos, dignos representantes de la nación: la práctica, la costumbre, la facilidad, la rapidez y la seguridad en la ejecución. El método para conseguirlo es simple: pocas fórmulas, pocas abstracciones y muchos ejemplos tomados de la vida real.

Para reforzar la tarea el maestro podrá hacer uso de apoyos externos, es decir, manuales de instrucción moral y cívica. Jules nos dice: “El libro está hecho para usted, no usted para el libro. Es su consejero, su guía, pero a usted le corresponde seguir siendo el guía y el consejero por excelencia de sus alumnos.” Lo importante es la forma de actuar de cada uno como maestros fuera y dentro de la escuela.

En los niños pequeños sería inútil darles un libro de moral o de educación cívica, aquí lo sustancial son las platicas tipo familiares que llevemos a cabo con ellos para despertar el sentido moral, y siempre acompañadas con el ejemplo. En el curso medio, el manual representa un libro de lecturas de las cuales deberán hacerse ejercicios prácticos. Y en el curso superior, el libro es para revisar o recopilara las principales ideas que debe tener presente el joven en todo momento.

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