Desde tiempos antiguos se han creado estereotipos que se
han establecido para los niños y las niñas, y si dichos gustos se invierten son
señalados, aunque en mayor medida a los varones. Los padres no se preocupan
tanto si los niños juegan con muñecas a los dos o tres años pero si ya tienen
cinco o seis y continúan, ya hacen conclusiones respecto a las preferencias
sexuales de sus hijos, aunque estos ni siquiera sepan o se preocupen en ese
momento por dichas conjeturas.
Durante los primeros años intermedios, la mayoría de
los niños varones se dedica a actividades que exigen esfuerzo físico, y las
niñas por actividades suaves, de pláticas. Si estas costumbres no se llevan a
cabo, se señalan a las niñas como “mari machos” y a los niños como
“marica” por mencionar algunos adjetivos. Lastimando a los infantes y quizás confundiéndoles más,
en vez de aclararles. De hecho, es la misma comunidad de compañeros y las
instituciones sociales las que se encargan de mantener estas conductas sin ser
flexibles, utilizando prácticas duras y humillantes.
En esta etapa los niños experimentan sus primeros cambios a
la preadolescencia y se empiezan a interesar por temas que les interesarán en
un futuro, como menstruación, masturbación, eyaculación, relaciones sexuales,
características sexuales, y en si lo que englobe la pregunta: ¿Qué me sucederá
a mi con el tiempo?
Los niños comienzan a querer saber acerca de las relaciones
sexuales y relacionan lo que saben con lo que no saben. En estos años no son
impulsados por la sensación sexual sino por el ansia de su desarrollo. E
inician las preguntas que para los adultos son un tabú. Como resultado, tenemos
falta de información y desarrollo de creencias erróneas así como de mitos al
respecto.
El infante inicia dejando atrás su comportamiento infantil
y pretende sentirse como alguien mayor; se siente listo para tener
responsabilidades pero no es capaz de llevarla a cabo, no desean una total
independencia y libertad, les preocupa el que sus amistades y sus relaciones
fuera de casa dañen su relación con sus padres, y que los problemas familiares
irrumpan la armonía familiar.
Se resisten al control de sus vidas, su cuerpo, su
conciencia etc. Adoptan formas y pronunciaciones de lenguaje un tanto vulgares
y descuidadas, carecen de tacto y no se quieren sentir bebes si van con su
madre. No asumen el rol de adultos, porque aun no lo son, pero quieren sentirse
como tales. Se comportan como niños al ser caprichudos, rezongones, etc., pero
cuidado con tratarlo como tal, por que es una de las más grandes ofensas que se
les pueda hacer.
Los niños se vuelven más capaces de comunicarse en cosas
importantes para los adultos. Con buena reflexión y paciencia este puede ser un
periodo de buenas relaciones en el seno familiar y ayudará a disminuir los
problemas en la adolescencia.
Recordemos, que todos somos productos de una gran gama de factores internos y
externos, donde nuestras experiencias y nuestras características genéticas, se
unen, se funcionan, a lo largo de todo un proceso gradual de experiencia-
error- reformulación.
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