Consideraciones sobre el magisterio de educación básica
Jorge E. Mesta Martínez
Ma. Eugenia Espinosa Carbajal
Docentes de la DGENAM
1- La tradición normalista
Para los viejos maestros ser copartícipes de una educación
de Estado los hacía profundamente orgullosos, se sentían ser uno de los
productos más acabados de una de las promesas de la Revolución mexicana: la
educación pública, laica y gratuita; promesa que quedó plasmada en el
artículo 3º.
Pero su orgullo no sólo se circunscribía al apoyo a la educación
y su norma inmediata el Artículo tercero, se consideraban también parte
integrante y constructores del Estado revolucionario emergente: el
nacionalismo, el antiimperialismo, el jacobinismo, el rescate de nuestro pasado
histórico -sobre todo el legado de las culturas prehispánicas- así como la
integración a las luchas populares, entendiendo la integración como el apoyo a
las mayorías pobres, sobre todo campesinas, obreras e indígenas, todo con
imágenes, simulaciones y envolturas socializantes, serían los valores que
servirían de amalgama a la participación de los maestros.
Estos valores dirigieron conductas y comportamientos que se
expresaron nítidamente en actos cívicos, manifestaciones artísticas, discursos
e intervenciones públicas de funcionarios de las instituciones educativas
y de los diversos sindicatos primero y del SNTE después.2
La educación se entendió, como la entendieron los
constituyentes del 17, como derecho social, factor de movilidad social y
elemento fundamental de consenso político, dándole un papel privilegiado,
como si ella misma fuera la panacea de la redención y salvación de nuestro
país, olvidándose de los otros órdenes de la realidad: la política económica
y la estructuración de un orden político más justo y participativo.
Los maestros formados en las escuelas normales, producto de
un pasado cuyas raíces estaban en la Revolución mexicana, sirvieron
indudablemente a la construcción del poder: centralización, corporativismo y
partido hegemónico, -no privativo sólo de nuestro país- permitieron el control
político y la gobernabilidad que dio estabilidad por cerca de 70 años a nuestra
nación y permitió la acumulación de capitales y riqueza.
Las escuelas normales, sus organismos de actualización y sus
instituciones directivas y normativas: las Misiones culturales, las normales
rurales, el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM), la
Dirección General de Educación Normal (DGEN) y posteriormente la unión de éstas
últimas en la Dirección General de Educación Normal y Actualización del
Magisterio (DGENAM) fueron actores destacados de ese proceso, con sus euforias
y dramas, con sus triunfos y errores.
2- La crítica de izquierda
Pero este país cambió como fueron cambiando los contextos
internacionales, de una escasa población de quince millones al inicio de siglo
a más de sesenta a finales de los años sesenta, de una población rural a una
urbana, de un país con ausencia de clase media a un país con un crecimiento
importante de la misma, además del surgimiento y crecimiento de grupos
sociales que acaparaban la riqueza y luchaban por el control político.
De un entorno internacional de cooperación con el bloque
socialista a la guerra fría, de un permitir las veleidades socializantes y
populares a un endurecimiento de posiciones políticas y posturas ideológicas y
a una arterosclerosis política que impedía nuevas ideas, proyectos y
alternativas.
Los símbolos de la unidad en torno al Estado revolucionario:
la justicia social y un Estado popular, se vieron cimbrados primero por las
huelgas magisteriales y obreras de 1956, 1958, 59 y 60. El mito de la
continuidad de la Revolución mexicana y sus símbolos fueron cuestionados, sobre
todo por los centros públicos de educación superior especialmente por la
intelectualidad de izquierda participante en las universidades. La represión
del movimiento obrero y magisterial y la cerrazón del gobierno a cualquier
manifestación disidente, unida al contexto internacional: la Revolución cubana,
la discrepancia chino-soviética, la lucha anticolonialista, la guerra de
Vietnam, pondrían en duda el carácter revolucionario y popular de nuestro
régimen político. Proceso que culminó con el movimiento de 1968.
La crítica más acerba se dio en torno a la educación y a la
formación de profesores, es decir a la educación normal. Como menciona Beatriz
Calvo:
En resumen, una importante función de la educación nacional
ha sido la trasmisión de la ideología oficial y, como parte de ésta, la
inculcación de los educandos de un profundo nacionalismo. “Estos sienten vivir
en un país libre, unido y democrático...Que los niños mexicanos sean en
su gran mayoría de un gran nacionalismo, que acepten sus símbolos y mitos, que
se sientan profundamente vinculados con su patria, es normal. Para ello reciben
una educación de contenidos nacionales y nacionalistas”. (pp.103-108) Y es en
este sentido que la educación normal resulta determinante para la trasmisión de
esta ideología. Durante el tiempo que el normalista pasa en la normal, recibe,
además, otra preparación de “especialista”: “especialista“en el rito político,
con el objeto de convertirlo en uno de los más importantes agentes de la
trasmisión de la cultura política. Por una parte, se le insiste sobre la
legitimidad de nuestros gobiernos como gobiernos revolucionarios que siempre
actúan fieles a los valores, principios y mandatos de la Revolución mexicana;
se hace hincapié en la importancia de aquellas reformas sociales dirigidas a
las masas, tales como reivindicaciones sociales de los grupos más necesitados,
la liberación del obrero y campesino, la reforma agraria, la alfabetización de
las masas, la construcción de las carreteras, hospitales, escuelas, la
organización obrera, la industrialización del país, el rescate de los recursos
naturales, etcétera, que han permitido hacer efectivos los postulados de la
revolución; también se le insiste en lo trascendental de la ejecución de una de
las funciones del profesor de primaria: la realización de actividades cívicas
que tienen como objeto la inculcación en sus alumnos de los símbolos
nacionales: héroes, fechas históricas, mitos y ritos del nacionalismo, tales
como cantos, fundamentalmente el himno nacional, representaciones teatrales con
temas históricos, honores a la bandera, que conlleva el aprendizaje de
conductas de disciplina y respeto ante ésta, desfiles conmemorativos de fechas
históricas, como el 16 de septiembre o el 20 de noviembre, por ejemplo.3
Las críticas de la izquierda no se circunscribieron a la
formación de maestros sino a todo el proyecto educativo, encontraron demagogia
en todas partes, socavando en el terreno teórico-ideológico no solo las bases
del Estado al que identificaban con el partido en el gobierno, sino también de
la educación pública. No supieron diferenciar lo que era la herencia política
de años de lucha de la independencia a nuestros días, incluyendo la Revolución
mexicana, no diferenciaron lo que era el Estado como órgano de control
político de las clases y grupos subalternos con el Estado que era valladar y
muro contra las tendencias hegemónicas de país vecino del norte; de esa manera
prepararon, sin pretenderlo, la llegada y consolidación del grupo tecnocrático
que coincidía, aunque por otros motivos, con las critica al Estado surgido de
la Revolución. Fueron el trasfondo o antecedente, junto con otros elementos, de
la entrada del proceso neoliberal en México.
El corporativismo del Estado y la cerrazón de la dirigencia
sindical, hicieron que estas críticas -justas en muchos aspectos- se
trasladaran del ámbito académico y de las aulas a la confrontación sindical,
surgiendo la división entre maestros democráticos e institucionales que aún
pervive con sus matices hasta nuestros días, dando origen a la Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) a finales de 1979.
La fallida reforma educativa de López Portillo y la
suspensión del proceso de descentralización fue adjudicado únicamente al SNTE y
su grupo dirigente Vanguardia Revolucionaria, sin ver y comprender a fondo
otros intereses que al ser afectados contribuyeron a su suspensión.
3- En búsqueda de explicaciones. El análisis del proceso de
formación de profesores
Bajo esas condiciones se dan los procesos de cambio y
transición, no sólo por razones de orden ideológico o político, sino sobre todo
por el cambio en los entornos nacional e internacional: la caída del socialismo
realmente existente; la hegemonía de un sólo centro político, los EEUU; el
triunfo indiscutible de la sociedad de mercado junto con los procesos de la
globalización, aceleran la descomposición del orden político nacional, y la
exigencia de una refuncionalización del Estado mexicano con sus hegemonías y su
relación con los EEUU, marcando nuevas explicaciones y justificaciones sobre el
proceso histórico nacional y de los sucesos y acontecimientos actuales que aseguren
la gobernabilidad y el consenso en la población. La educación, por lo tanto,
tiene que cambiar y con ella la formación de maestros, a los que hay que
asignarles un nuevo rol que se ajuste a las circunstancias actuales.
Es así como se buscó nuevas explicaciones del fenómeno
educativo, del papel de las escuelas normales y se propuso una reforma
integral, todo en el sexenio de Carlos Salinas y continuado en el de Ernesto
Zedillo. Destacando nuevos centros de explicación: el Departamento de
Investigaciones Educativas del IPN (DIE) y el Colegio de México, así como
algunos investigadores pertenecientes a los cuerpos de apoyo de la
Secretaría de Educación, de la subsecretaria de Educación Básica y Normal
y del Comité Mexicano de Investigación Educativa ( COMIE).
En ese ambiente se producen diversos documentos de los
cuales se destacan los de Alberto Arnaut Historia de una Profesión, altamente
difundido por la SEP y El sistema educativo mexicano de Carlos Ornelas, textos
no únicos pero si referencia necesaria para comprender los nuevos
tiempos.4 Ambos autores coinciden con el punto de vista de la nueva
oficialidad, de allí su divulgación y apoyo.
Otros escritos mas sintéticos serán la base de nuestros
comentarios, estos son: “Los maestros de educación primaria en el siglo XX” de
Arnaut y Los maestros visiones desde el poder de Ornelas.5
En su texto Alberto Arnaut encuentra como elementos de
continuidad en la historia del magisterio, la lucha de los maestros por:
• su identidad,
• el monopolio y la dignificación profesional,
• mejorar los salarios, y
• elevar su status social,
Además de exigir su participación en la:
• definición de políticas educativas,
• realización de planes y programas, y métodos
de enseñanza,
• formación, reclutamiento y movilidad de los
maestros.
En cuanto a la historia de los maestros a partir del siglo
XIX la divide en las siguientes etapas:
1a - Municipalismo y normalismo que abarca el siglo XIX
hasta el porfirismo, se caracteriza por:
• ser una profesión pública municipal
• la formación de las normales
• los conflictos entre normalistas y no
normalistas por el control de los servicios educativos y para la autorización
del ejercicio de la profesión.
Afirmando:
Las normales y sus egresados nacen, pues, centralizados y
apoyan la empresa centralizadora del ejecutivo federal y de los gobiernos
estatales dentro de sus respectivas jurisdicciones: en el DF y los estados de
la República. Al mismo tiempo, las normales y los normalistas de los estados
despeñan un papel descentralizador en el conjunto de la República. Apoyan y
promueven la centralización de las escuelas municipales en los gobiernos de los
estados, pero, al mismo tiempo, rechazan la centralización de las escuelas
estatales y municipales de toda la República, promovida por el ejecutivo
federal.
El argumento:
Centralizar los servicios educativos significaba liberar de
todos esos males [“las autoridades municipales -decían- son incapaces en casi
todos los sentidos para responsabilizarse de la instrucción primaria: son
ignorantes, arbitrarias, inestables, pobres”] a la profesión docente, liberarla
principalmente de la personalizada, fluctuante, autoritaria e ignorante
política municipal.6
2a- La descentralización revolucionaria. Comprende los
períodos de Madero y el Gobierno Constitucionalista de Carranza, sus rasgos:
• retorno a la municipalización;
• inicio del uso político del gremio
magisterial.
3a- Los maestros posrevolucionarios:
• expansión de las escuelas rurales;
• desplazamiento del antiguo normalismo y
construcción de uno nuevo.
Comenta Arnaut:
El normalismo decimonónico había sido desplazado por el
magisterio rural. Con el tiempo, el magisterio rural se transformaría en el
normalismo posrevolucionario, mediante diversos programas dispuestos por las autoridades
federales y locales para la “profesionalización”, normalización y nivelación
laboral del magisterio en servicio.
…y continua:
En los primeros años de la década de los cuarenta, la
profesión docente no sólo se había convertido en una profesión que dependía
principalmente del gobierno federal, sino que estaba encuadrada dentro de una
organización sindical casi única.7
Este proceso de centralización y estatización, según el
autor de Historia de una Profesión, logra un avance con la constitución del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en 1943, cuyo crecimiento
numérico y participación política lo hacen una fuerza hegemónica en los asuntos
educativos, por lo que considera que:
A menudo el reclamo de mayor participación del magisterio en
la definición y ejecución de políticas es una bandera que enarbola la
representación sindical como una estrategia, no para impulsar, sino para
bloquear, reorientar o cancelar los proyectos de cambio en el sistema
educativo.8
…además
La exigencia sindical de negociar los asuntos educativos
responde, pues, no sólo a una antigua demanda del magisterio, sino también a
una estrategia sindical tendiente a consolidar su influencia sobre el sistema
educativo o, al menos, a llevar los asuntos educativos al terreno de una
relación bilateral entre la SEP y el SNTE.9
Todo esto ha llevado a una enorme rigidez de la
administración de la SEP, donde los empleados son inamovibles, los
reclutamientos de personal tienen injerencias sindicales, además que muchas
autoridades medias deben su fuente de legitimidad al SNTE. El magisterio:
…profesional o semiprofesional generalmente tiende a
resistir el cambio -en la profesión y en los servicios educativos-, sobre todo
aquel que se intenta promover “desde afuera”, “desde detrás del escritorio“,
desde el poder político o desde la sociedad.10
… y se pregunta:
¿A qué se debe que la energía profesional del magisterio, a
veces, se pronuncie en contra del mejoramiento de los servicios educativos?
Y se responde:
Uno de los factores que más contribuyen a configurar este
fenómeno es el monopolio de la profesión docente por una representación
sindical, con las características del SNTE.11
…esto además porque el sindicato es:
Uno de los fundamentales ámbitos de la socialización de los
maestros, quizá el principal, después de la escuela normal donde se formaron y
la escuela donde trabajan.12
Pero el trabajo de todos los días tiene que ver con el
sindicato. No hay profesor que no tenga una inmensa y frecuente relación con
las cuestiones sindicales. Y no se puede esperar menos, pues de su relación con
el sindicato dependen su ingreso y su permanencia en la profesión, su plaza,
sus condiciones de trabajo, sus expectativas de promoción, sus prestaciones
sociales, el pago del sueldo y el trámite de su jubilación.13
Así:
La fundación y consolidación del SNTE, la relativa
estabilidad de la vida interna de la SEP y de la relación entre ambos,
significaron para la mayoría de los maestros una garantía para la vigencia de
sus derechos profesionales.14
Sin embargo, con el paso del tiempo y el crecimiento de la
SEP y del SNTE, los derechos profesionales del magisterio comenzaron a ser
expropiados, anulados y contradichos, debido a la lejanía y la complejidad que
existía en las direcciones centrales del ramo y del sindicato, especialmente en
los organismos encargados de hacerlos efectivos.
En lo que se refiere a la función de formación y
mejoramiento profesional:
Con notables excepciones, los organismos encargados de la
formación, capacitación y mejoramiento profesional se convirtieron en “agencias
tituladoras” del magisterio, como resultado de la influencia o presión sindical
o, simplemente, por la masificación de las instituciones y programas.15
Todo lo anterior ha llevado a la disolución, acotamiento de las
asociaciones pedagógicas y las instancias colegiadas (academias, consejos) y
por lo mismo a la disminución del nivel académico, confundiéndose lo
administrativo, lo académico y lo laboral, sujetando las decisiones al ámbito
político-laboral. Esto sobre todo porque:
La derrota de los intereses educativos por los sindicales se
debe a que, generalmente, la autoridad educativa tiene que actuar dentro de
límites mucho más estrechos que la representación sindical. Aunque las
autoridades cuentan con amplias facultades jurídicas para la dirección del
sector, deben limitarse a ellas, e incluso dejar de ejercer algunas que parecen
un “ilegítima intromisión” en la vida interna del sindicato, es decir, no un
ejercicio de la autoridad, sino un acto “autoritario” que atenta contra las
condiciones de trabajo del personal de la secretaría.16
La profesionalización del magisterio para el futuro tendrá
que resolver una:
Serie de contradicciones de origen entre la cantidad y la
calidad, entre necesidad de la expansión y el imperativo del mejoramiento de
los servicios educativos, entre el mejoramiento profesional y el mejoramiento
económico del magisterio, y entre cualquier pirámide meritocrática y el
igualitarismo que subyace en cualquier proyecto sindical.17
En el análisis que nos presenta Arnaut en el texto
comentado, el SNTE es el actor protagónico de la obra, donde el
pone el libreto, las comparsas, la coreografía, es productor, director y
llena el escenario, pero cabe la pregunta: ¿y el Estado donde ésta?, ¿qué papel
ha jugado?, ¿a quién ha beneficiado dicha política?, ¿quién, qué o quienes han
salido más perjudicados? La respuesta no la da él, cuando menos en el trabajo
mencionado, pero sí Ornelas.
La ponencia de Carlos Ornelas intitulada “Los maestros
mexicanos. Visiones desde el poder” parte de las siguientes tesis:
Con el fin de conquistar a los maestros para la causa
del poder, los gobernantes constituyeron un discurso edificante que se
reproduce en el tiempo con diferentes características, pero con un mensaje
similar: el maestro es una persona ejemplar, un ser que se distingue del resto
de la sociedad, un sujeto de cualidades morales sobresalientes que, aun en
condiciones adversas, lo hicieron capaz de erigir el edificio educativo de la
patria mexicana.
…prosigue:
En los tiempos de Vasconcelos el maestro era un misionero,
un agente productor de valores culturales superiores, era altruista y el
portador de la civilización. En los tiempos de la educación socialista, el
maestro fue un organizador, un abanderado de las causas populares, un forjador
de la conciencia social y un promotor del progreso por medio de la lucha de
clases. En los tiempos de la unidad nacional fue un apóstol, un personaje
abnegado que ponía todo su esfuerzo individual y colectivo al servicio de las
mejores causas; era, en pocas palabras: quien moldeaba la nacionalidad.18
Desde su punto de vista los maestros han tenido una relación
contradictoria con el poder, a veces conflictiva pero en la mayoría de los
casos estable y de cooperación. En cada etapa del desarrollo del Estado, éste
le asignó tareas, pero el eje conductor era la política, la búsqueda de la
legitimidad y del consenso, hasta llegar a los años cuarenta:
…las disputas de los maestros contra el gobierno no eran tan
viscerales como lo fueron después. Quizá las pugnas al interior del gremio eran
más importantes. La existencia de cientos de pequeños sindicatos dificultaba
las tareas de administración de las relaciones laborales y de negociación
colectiva para la SEP. Eran tantos y tan variados los interlocutores que hacían
todo el andamiaje burocrático de la Secretaría lento, reiterativo y sin
posibilidad de establecer normas racionales: Además, muchos de aquellos
sindicatos seguían siendo fieles, más de palabra que de obra, a la educación socialista
y estaban dirigidos por los cuadros del antiguo Partido Comunista. Los maestros
eran casi el único gremio importante que no estaba incorporado al partido en el
poder ni formaba parte del pacto corporativo entre el Estado, los trabajadores
y los empresarios. La unidad de la nación demandaba también la cohesión de los
maestros- se decía desde el poder- y se actuó en consecuencia: se fundó el
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.19
En su interpretación la fundación del SNTE le evitó al
Estado los planteamientos sobre los maestros elaborados y justificativos,
quedándole un discurso mediocre, asegurándose el control, dándoles
prebendas a los dirigentes, lo que le llevó a perder el control de los procesos
educativos hasta 1989.
A partir de ese año, con la caída del grupo Vanguardia
Revolucionaria del Magisterio y su dirigente vitalicio, el profesor Carlos
Jonguitud Barrios, el gobierno intenta recuperar sus funciones rectoras, pero
no tiene discurso coherente y atractivo para los maestros que viven la
transición de fin de siglo. Y, en este caso, el discurso del pasado no es de
utilidad; estoy convencido que el maestro de hoy y el del mañana no quiere ser
misionero, ni organizador social, ni apóstol, acaso desea ser un profesional
respetado y valorado por la sociedad. ¿No sería conveniente considerar al
maestro como un ser humano común, con debilidades, necesidades materiales y
espirituales y, al fin y al cabo, un profesional como cualquier otro?20
Carlos Ornelas coloca al Estado como el actor y al SNTE y
los maestros como subalternos, los manejables, aunque en el caso del SNTE, éste
se escapa del control hasta 1989 con la reforma salinista.
La visiones sobre el magisterio por lo tanto son disímbolas,
contrastantes, pero hay elementos comunes: el carácter político de la
participación magisterial, identificar dirigencia sindical con el sindicato,
por eso la propuesta de profesionalizar al magisterio, haciéndole que se
preocupe por su hacer en el aula, en el cubículo, en el laboratorio, que tenga
una posición más neutra, objetiva, equidistante del poder y de los conflictos
políticos. Esta propuesta es la que hoy determina el perfil del egresado de las
escuelas normales. La pregunta es: lo neutro, lo profesionalizante, lo
equidistante del poder ¿no es también un posición política, máxime los procesos
globalizadores, la pérdida de las identidades y valores nacionales el
debilitamiento del Estado nacional y la marginación social?
Bibliografía
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educación primaria en
México.1887-1994: México. SEP/CIDE, 1998 (Biblioteca del
normalista)
- “Los maestros de educación primaria en el siglo XXI” en
Pablo Latapí Sarre (Coord.), Un siglo de educación en México, V. II, México,
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Bolaños, Víctor Hugo, Historia de la educación de México en
el siglo XX contada por sus protagonistas. T. I, México, Educación, ciencia y
cultura, 1982, 271p.
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CIESAS, 1989, 265p.
Córdova, Arnaldo, La ideología de la Revolución Mexicana.
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tiempo).
Jerez Jiménez, Cuauhtémoc, La misión cultural del
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Jerez Talavera, Humberto, Los grandes hitos de la educación
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Noceda Curiel, Jorge, ¿Qué es el normalismo?, mimeo,
inédito.
Ornelas, Carlos, El sistema educativo mexicano, la
transición de fin de siglo. México, CIDE / Nacional Financiera / FCE, 1995,
371p.
- “Los maestros mexicanos. Visiones desde el poder”.
Ponencia VI Encuentro Nacional y II Internacional de Historia de la Educación,
Guadalajara, Jal., noviembre 27-29 de 1996.
Notas
1.- Cfr. Arnaldo Córdova, La ideología de la
Revolución Mexicana. Formación del nuevo régimen, 2a. ed., México, ERA, 1973,
308 (El hombre y su tiempo).
2.- Cfr. Humberto Jerez Talavera, Los grandes hitos de
la educación en México y la formación del maestro. México, Imagen Editores,
1988, 174p.; Cuauhtémoc Jerez Jiménez, La misión cultural del normalismo,
México, Jertalhum, 1999, 59p.; Víctor Hugo Bolaños, Historia de la educación de
México en el siglo XX contada por sus protagonistas. T. I, México, Educación,
ciencia y cultura, 1982, 271p.; Jorge Noceda Curiel, ¿Qué es el normalismo?,
mimeo, inédito.
3.- Beatriz Calvo Pontón, Educación normal y control
político, México, Ediciones Casa Chata, CIESAS, 1989, pp. 265, pp. 39-40, 103,
108.
4.- Alberto Arnaut, Historia de una profesión Los maestros
de educación primaria en México.1887-1994: México. SEP/CIDE, 1998 (Biblioteca
del normalista) y Carlos Ornelas, El sistema educativo mexicano, la transición
de fin de siglo. México, CIDE / Nacional Financiera / FCE, 1995, 371p.
5.- Alberto Arnaut, “Los maestros de educación primaria en
el siglo XXI” en Pablo Latapí Sarre (Coord.), Un siglo de educación en México,
V. II, México, FCE, 1998, 448p. pp. 195-229 y Carlos Ornelas, “Los maestros
mexicanos. Visiones desde el poder”. Ponencia al VI Encuentro Nacional y II
Internacional de Historia de la Educación, Guadalajara, Jal., noviembre 27-29
de 1996.
6.- Arnaut, “Los maestros op. cit. p. 198
7.- Idem. p. 200
8.- Idem. pp. 204-205
9.- Idem. p. 205
10.- Idem., p. 207
11.- Idem., p. 208
12.- Idem. p. 209
13.- Idem. p. 210
14.- Idem. pp. 212-213
15.- Idem.p. 213
16.- Idem. p. 215
17.- Idem. pp. 223-224
18.- Carlos Ornelas “Los maestros op. cit. p. 1
19.- Idem. p. 14
20.- Idem. p. 15
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